Por qué no empezar el año
recordando unas no tan recientes declaraciones de Warren Buffett:
"Hay lucha de clases y los ricos estamos ganando". Independientemente
de que estemos o no de acuerdo con las concepciones marxistas que utiliza (yo,
personalmente, no), los datos económicos le dan la razón respecto al espíritu
de lo que dice. Lo veremos al final de este post.
En febrero de este año,
Niño Becerra escribe:
“Mr. Taylor, el presidente del grupo USA fabricante de
neumáticos, Titan, ha manifestado que no va a adquirir la planta que Goodyear
tiene en Francia, Amiens-Nord -en la que se fabrican neumáticos- y que en breve
va a cerrar. Pero lo más significativo fue la respuesta -en la que el
presidente de la firma dijo ‘no’- que remitió al Ministro francés de
Recuperación Industrial a su solicitud de que considerase la compra de la
planta.
Escribió Mr. Taylor: “El granjero francés quiere
ruedas baratas. No le importa nada saber si las ruedas vienen de China o de
India, y si esas ruedas están subvencionadas. Titan se comprará un fabricante
de ruedas chino o indio, pagará salarios de menos de un euro a la hora y
exportará todas las ruedas que necesita Francia. En cinco años, Michelin no
podrá producir ruedas en Francia” (El País 21.02.2013, Pág. 25).
En absoluto sorprende y tiene la virtud de tocar un punto
del que no se habla porque es muy feo, feísimo.
El presidente de Titan tiene razón: a los usuarios de
neumáticos les importa una mierda de donde vengan, que en su fabricación
intervengan niños a los que se explote, que en el país en los que se fabriquen
no haya derecho laboral alguno, que el Gobierno de ese país sea un nido de
corrupción, y que la Democracia sea una palabra que se haya borrado del
diccionario. El presidente de Titan sabe que gentes bienpensantes hablarán de
ética, y que los usuarios de neumáticos escucharán sus palabras, y que
asentirán con la cabeza, pero sabe que después irán a buscar los mejores
neumáticos que puedan conseguir al menor precio que estén dispuestos a pagar.
Mr. Taylor lo sabe, y sabe que tiene razón porque la tiene.
Siempre, pero hoy más, el 99,9999999999% de los
usuarios de neumáticos (y de tostadoras de pan, y de persianas de aluminio, y
de perchas de colores, y de yogures de fresa, y …) lo único que quieren es que
por cada euro, dólar o lo que sea con que paguen, obtener más, y si la próxima
vez que compren algo el de al lado por lo mismo les cobra un centavo menos se
cambiarán. Con un neumático para un Ferrari 458, la cosa puede ir de distinto
modo (puede: hasta ahí encontrarían sorpresas), pero con un neumático para un
tractor, ¡un puto neumático para un tractor! (o para un automóvil distinto al
anteriormente citado), no. Y, ¿saben por qué?, pues porque el 99,9999999999% de
los neumáticos son hoy una commodity, y el cobre, por ejemplo, lo único
importante es que, a igualdad de precio de transporte, cumpla unas
características químicas; de donde venga …
Mr. Taylor tiene razón. Al agricultor francés le dará
mucha pena que su cuñado que está trabajando en la fábrica de Goodyear de
Amiens le echen a rue, pero cuando necesite cambiar los neumáticos de su
tractor comprará los que le traerá el presidente de Titan, unos neumáticos
fabricados en condiciones horribles en un país tiránico, pero unos neumáticos
que cumplirán perfectamente en relación a lo que le hagan pagar por ellos. Esta
es la cosa fea de la que ningún partido político, de ninguna parte, habla
independientemente del color que tenga el partido, y que los expertos en ética
tampoco abordan hasta sus últimas consecuencias porque supondría acusar a mucha
gente de muchas cosas feas también.
En lo que no tiene razón alguna Mr. Taylor es en otra
de sus frases de la carta referida: “Muy pronto en Francia todo el mundo se
pasará el día sentado en los bares bebiendo vino tinto”. (misma fuente). Y no
la tiene porque dentro de poco prácticamente nadie en Francia va a tener ni un
cochino euro para ir a un bar a tomarse un vino. Ni en Francia ni en ninguna
parte, claro.”
En
marzo, aparece una noticia
aparentemente insignificante, especialmente si tenemos en cuenta que casi cada semana surgen estudios
similares sobre todo tipo de alimentos: “El consumo de más de 20 gramos de embutido al día aumenta la mortalidad”. Durante los últimos meses hemos oído noticias y visto documentales
relacionados con la alimentación y los productos alimenticios. Desde hace años,
el cultivo ecológico ha ido ganando fuerza, pero siempre con la dificultad del
coste de producción, que provocaba que su mercado estuviese bastante limitado,
en especial, a las clases medias, medias altas. La industrialización de la alimentación facilitó la
abundancia y el acceso casi universal a una alimentación aceptable, pero la
deriva actual hacia una polarización social entre capas ricas y pobres puede ir
acompañada de una polarización alimentaria pareja: productos de calidad a
precios sólo adsequibles para una
pequeña parte de la población, frente a productos industrializados a
precios bajos y bajos estándares de calidad destinados al resto. Sumemos la baja calidad (embutidos, por
ejemplo) y el uso de elementos añadidos más que sospechosos en la elaboración
de estos productos a una sanidad pública en retroceso: ¿cuál es el resultado?
¿Descenso de la esperanza de vida? ¿Sostenibilidad del sistema de pensiones?
¿Una nueva forma de control demográfico? ¿Exagero?
Ya hablaremos de ello más adelante, pero en Grecia están aumentando los
casos de muerte por malaria. Quizás las preguntas ya no parecen tan
apocalípticas, ¿verdad?
Una semana más tarde, la siguiente noticia: “La pobreza aumenta en España entre las personas con trabajo”. Los llamados
“working poor”. No sólo miles de jubilados alemanes se ven empujados a minijobs
con los que completar su pensión (el milagro alemán), sino que el propio
trabajo está cayendo a remuneraciones situadas bajo el umbral de pobreza. ¿No
recuerda esto demasiado a condiciones de vida que creíamos ya abolidas en
Europa, propias de siglos pasados o de países del Tercer Mundo? Cuando la
oferta de mano de obra es superior (tan superior) a la demanda, la consecuencia
es la bajada automática de los salarios. No hace falta reforma laboral alguna
para que esto se produzca (por supuesto, un empujoncito legal como el que han
dado ayuda, claro): siempre habrá alguien suficientemente desesperado que esté
dispuesto a aceptar el salario que sea…
Y se espera que el paro estructural en España ya no baje del 18% hasta
al menos el 2020. El autoempleo, la economía sumergida y la emigración serán (están siendo ya: ¿o es que
creemos que la última bajada del número de parados se debe a la mejora d e la economía?) las tres alternativas
más habituales. La competencia por los puestos de trabajo que surjan será
feroz. Ya lo expuso con claridad un anuncio de Heineken bien reciente:
El
puesto será para aquel que esté dispuesto a soportar casi cualquier cosa. Y
conseguir un empleo se convertirá en un verdadero acontecimiento; el mayor de
los premios que uno pueda concebir; algo por lo que un entusiasmado público nos
aplaudirá…
A
mediados de marzo, nos sobresalta el llamado corralito de Chipre. Se producen
varios fenómenos paradójicos asociados a este hecho:
1.
Los mismos que acaban
con la seguridad jurídica bancaria tomando la medida confiscatoria de
apropiarse de un porcentaje de los ahorros particulares de miles de personas,
nos exigen, de palabra y mediante toda la capacidad represiva estatal, que
cumplamos esas mismas leyes que ellos están violando.
2. Los mismos que, cuando
consideran apropiado, protegen la propiedad privada con toda la fuerza a su
disposición, violan ese mismo derecho fundamental tomando por la fuerza el
dinero de miles de ahorradores, propiedad privada individual como cualquier
otra.
3. Ante la situación, Chipre
tantea recurrir no a Europa, que le impone unas medidas que claramente violan
cualquier carta de derechos humanos que abramos, sino a una entidad privada
(Gazprom) para que le preste el dinero que necesita para salvar su economía.
¿Hacía cuántos siglos un país digamos occidental no se planteaba una
alternativa semejante? ¿Qué consecuencias geopolíticas hubiese tenido que
Gazprom hubiese aceptado? ¿Un país perteneciente a la UE en manos de una
corporación privada? ¿Las normas y decisiones de la UE violadas desde dentro
por uno de los países miembros, que prefiere la ayuda de una entidad mercantil
antes que la de sus socios comunitarios?
4. Como dijo Niño Becerra al respecto: “La Solución Chipre:
si quienes estén en y con un banco son responsables de lo que le pase; si la
salud del sistema bancario de un país es la de ese Estado; si ahora los bancos
ya pueden quebrar pero aguantando cada cual su vela; si los ahorros
individuales han de servir para compensar el mal colectivo; si la propiedad
financiera (de momento) personal -¿desde 100.001 euros hasta infinito?- se ha
de diluir en el conjunto general para salvarle; si las corporaciones se están
convirtiendo en financiadoras de necesidades -necesarias-; si los Estados están
en retroceso y las decisiones se toman al margen de los Parlamentos; ¿qué queda
ya de todo aquello que nos dijeron?. Nada, ¿verdad?”
Ya a finales de marzo, varios
periódicos se hicieron eco de los datos publicados relativos a la situación
económica de la ciudadanía española: La brecha económica entre el 20% de la
población española más rica y el 20% más pobre aumentó en un 30% en plena
crisis. 11 millones de españoles están bajo el umbral de la pobreza. 3 millones
en situación de extrema pobreza y 1,8 millones de hogares no disponen de renta
del trabajo alguna.
¿Qué decía Warren Buffett?
Vivimos una guerra económica que parece que tenga el objetivo de exterminar la clase media....
ResponderEliminarSimplemente, la clase media ya no hace falta...
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