Colección Privada (de poesía ajena)


(Esta colección no tiene pretensiones de canon. Los poemas o fragmentos de poemas que se recogen siguen un único criterio: el gusto de quien escribe este blog. Ni cuestiones de calidad ni cuestiones de consideración histórica o social influyen en absoluto en esta antología.)

Saint-John Perse. Anábasis.


Saint-John Perse

Anábasis

Canción
Nacía un potro bajo las hojas de bronce. Un hombre puso bayas amargas en nuestras manos. Extranjero. Que pasaba. Y he aquí que hay rumores de otras provincias a mi agrado... <<Salve a ti, hija mía, bajo el más grande de los árboles del año.>>
*
Pues el sol entra en Leo y el Extranjero puso su dedo en la boca de los muertos. Extranjero. Que reía. Y nos habla de una hierba. ¡Ah! ¡tanto aliento en las provincias! ¡Cuánta holgura en nuestras vías! ¡cómo me es delicia la trompeta, y sabia la pluma al escándalo del ala!... <<Alma, mi gran niña, tú tenías tus maneras que no son las nuestras.>>
*
Nació un potro bajo las hojas de bronce. Un hombre puso estas bayas amargas en nuestras manos. Extranjero. Que pasaba. Y he aquí un gran rumor en un árbol de bronce. ¡Betún y rosas, don del canto! ¡Trueno y flautas en las alcobas! ¡Ah! ¡tanta holgura en nuestras vías, tanta historia al año, y el Extranjero a sus maneras por todos los caminos de la tierra!... <<Salve a ti, hija mía, bajo el más hermoso traje del año.>>

Sobre Anábasis (de Saint-John Perse):

“El poema es una serie de imágenes de migración, de conquistas de vastos espacios en explanadas asiáticas, de destrucción y fundación de ciudades y civilizaciones de cualquier raza o época del antiguo oriente … Creo que es un texto de la misma importancia que el trabajo más reciente de James Joyce...” (T.S. Eliot)
Volvemos a la poesía épica. De ahí que este largo poema se inicie con esta canción (otra canción, además, lo cierra) y que el verso haya sido aparentemente sustituido por una falsa prosa. La épica siempre ha navegado entre las dos formas literarias. Por qué no unirlas. Eliminar el verso tal y como lo entendemos y sustituirlo por la continuidad narrativa, a la vez que en la prosa se infiltra el sistema de tropos, pausas, silencios, acentos e imágenes propio del poema. El resultado es este híbrido en el que se narra (canta) el tránsito y el desarraigo: “Extranjero. Que pasaba.” …

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Manoel Antonio. De Catro a Catro.


A veces resulta difícil no dejarse llevar por ciertos arrebatos elegíacos y rellenar un post completo de alabanzas a tal o cual escritor ya fallecido, especialmente cuando se trata de uno de esos autores que marcaron la propia adolescencia y que, además, llevan el sello del sentimiento nacional (alabado sea el señor). 

Pero, aunque sea cierto todo lo bueno que se dice de Manoel Antonio y de su obra, en concreto de De Catro aCatro, aquí sólo importa el poso que deja después de haberlo leído. Así que voy a obviar aquello que tiene que ver con su importancia dentro de la historia de la literatura gallega. No es que haya mucha información en Internet al respecto, pero sí la suficiente. Y además, creo que se puede resumir en una frase: a mi juicio, si hubiese que seleccionar los cinco poemarios en lengua gallega más relevantes desde 1800 hasta hoy, uno de ellos sería De Catro a Catro.

Intencións (Intenciones) es el poema que abre el libro y que, de alguna manera, plantea el viaje. Podría haber escogido casi cualquier otro, pero creo que en sí mismo es una buena invitación a la lectura.

A pesar de las constantes referencias a la navegación, a pesar de que aparentemente las imágenes no parecen sino poetizaciones de la experiencia en la que se basa el libro, Manoel Antonio estaba influido por el Creacionismo. Las referencias pueden parecer reales, pero no son más que enlaces con la palabra. Importa su significado autónomo hasta cierto punto desvinculado de lo real, de lo físico. Por eso no es necesario haber vivido la experiencia del mar para leer más allá de las metáforas con que narra su propia subjetividad poética.

Las palabras se restauran a sí mismas, anulan sus significados previos y generan otros dentro del conjunto del poema y del poemario. Las imágenes visuales en que constantemente se apoyan se llenan de contradicciones, se invalidan y se imposibilitan para alumbrar una realidad verbal independiente.

El viaje que al final se narra es el que uno mismo emprende a través del lenguaje hacia el interior de la propia experiencia. 

Y eso es algo que todos vivimos.

(Copio aquí el texto original en gallego y a continuación la torpe traducción que a la carrera he hecho. Me disculpo de antemano por los errores y las traiciones -especialmente respecto a "acenar" y "descubertas"- y, aunque no he leído ninguna, recomiendo a quienes no hablen gallego que se busquen una edición en castellano -creo que Visor lo editó hace ya muchos años).

INTENCIÓNS


         Encherémo-las velas
ca luz náufraga da madrugada
         Pendurando en dos puntos cardinaes
a randeeira esguía
do pailebote branco
               cas súas mans loiras
               acenan mil adeuses as estrelas

          Inventaremos frustradas descobertas
          a borlovento dos horizontes
          para acelerar os abolidos corazóns
dos nosos veleiros defraudados

          Halaremos polo chicote
dun meridián innumerado
          Na illa anónima
de cada singladura
esculcaremos o remorso da cidade
                Ela noitámbula desfollará
                como unha margarida prostibularia
                a Rosa dos Ventos do noso corazón

           Encadearemos adeuses de escuma
para tódalas praias perdidas
           Xuntaremos cuadernos en branco
da novela errante do vento.
           Pescaremos na rede dos atlas
ronseles de Simbad

           E cazarémo-la vela
sobre o torso rebelde das tormentas
para trincar a escota dunha ilusión.

INTENCIONES


            Llenaremos las velas
con la luz náufraga de la madrugada
            Pendiendo de dos puntos cardinales
la esbelta mecedora
del paquebote blanco
                    con sus rubias manos
                    eleva mil gestos de adiós a las estrellas

             Inventaremos frustrados descubrimientos
             a barlovento de los horizontes
             para acelerar los abolidos corazones
de nuestros defraudados veleros

             Halaremos por el chicote
de un meridiano sin número
             En la anónima isla
de cada singladura
observaremos el remordimiento de la ciudad
                     Ella noctámbula deshojará
                     como una margarita prostibularia
                     la Rosa de los Vientos de nuestro corazón

              Encadenaremos adioses de espuma
para todas las playas perdidas
              Reuniremos cuadernos en blanco
de la novela errante del viento
              Pescaremos en la red de los atlas
ronseles de Simbad

              Y cazaremos la vela
sobre le torso rebelde de las tormentas
para trincar la escota de una ilusión.
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Ezra Pound: The Cantos (Y también: David Pérez Iglesias y Paulino Vázquez Vázquez)
(Cantares completos. Ezra Pound. Edit. Cátedra)

Canto I

Y bajamos a la nave,
Enfilamos quilla a los cachones, nos deslizamos en el mar divino, e
Izamos mástil y vela sobre aquella nave oscura,
Ovejas llevábamos a bordo, y también nuestros cuerpos
Deshechos en llanto, y los vientos soplaban de popa
Impulsándonos con hinchadas velas,
De circe esta nave, la diosa bien peinada,
Nos sentamos luego en medio de la nave, mientras el viento hacía saltar la caña del timón,
Así con velas reventando, navegamos hasta el fin del día.
El sol a su descanso, las sombras en el océano todo.
Llegamos entonces al confín del mar más hondo,
A las cimerias tierras, y ciudades pobladas
Cubiertas por la niebla de tejido espeso, jamás penetrado
Por luz de los solares rayos
Sin toldo estrellado, ni por los ojos desde el cielo vueltos
La noche más negra envolvía a los infelices deste suelo.
Y en el reflujo del océano, llegamos después al sitio
Predicho por Circe.
Aquí los ritos de Perimedes y Euríloco,
Y de mi cadera retirando la espada
Cavé la fosa midiendo un ana en cuadro;
E hicimos libaciones sobre cada muerto,
Primero alojas y luego dulce vino, agua mezclada con harina alba.
Dije entonces muchas oraciones a las pálidas cabezas muertas;
Como es costumbre en Ítaca, toros estériles de los mejores
Para el sacrificio, levantando una pira con efectos,
Una oveja para Tiresias sólo, negra y con cencerro.
Sangre negra se derramó en la fosa,
Fantasmas del Érebo, cadavéricos muertos, de novias
De mancebos y ancianos que mucho habían sufrido;
Ánimas manchadas por recientes lágrimas, muchachas tiernas,
Muchos hombres, desgarrados por las broncíneas puntas de las lanzas,
Despojos de la batalla, con armas manchadas de sangre todavía,
Esta muchedumbre me cercaba, gritando,
Palideciendo, requerí más bestias de mis hombres;
Degollamos los rebaños, ovejas muertas por el bronce;
Escanciando aceite, clamé a los dioses,
A Plutón el fuerte, y elogios a Proserpina;
Desenvainé la espada angosta,
Me senté para esquivar los impetuosos muertos impotentes,
Hasta que oyera a Tiresias.
Mas el primero en llegar fue Elpénor, Elpénor nuestro amigo,
Insepulto, lanzado sobre la tierra vasta,
Extremidades que abandonamos donde Circe,
Sin derramar lágrimas por él, sin amortajar su cuerpo, porque cosas urgentes nos llamaban.
Lastimoso espíritu. Y grité con palabra apresurada:
<<Elpénor, ¿cómo llegaste a esta costa oscura?
>>¿Viniste a pie, acaso, más veloz que los marinos?>>
            Y entonces, él, con palabras graves:
<<El adverso hado y el abundoso vino. En el hogar de Circe pernocté.
>>Bajando descuidado las altas escaleras,
>>Caí de golpe sobre el contrafuerte,
>>Rompiéndome la nuca, el alma voló en busca del Averno.
>>Mas a ti, ¡Oh Rey!, te pido recuerdes, a mí, el no llorado, el insepulto,
>>Amontona mis armas y sea mi tumba la orilla del mar y mi epitafio:
>>Un hombre desgraciado, con su fama en el futuro.
>>Y clava vertical el remo que blandía entre mis compañeros.>>

Y Anticlea, de quien me defendí, vino, y luego Tiresias tebano,
Levantando su vara dorada, me reconoció, y habló el primero:
<<¿Por segunda vez? ¿por qué?¿hombre de mala estrella,
>>Ante los muertos en la sombra y en esta región triste?
>>Sal de la fosa, déjame la bebida sangrienta
>>Para mis vaticinios.>>
            Y di un paso atrás,
Y él, fortalecido con la sangre, dijo entonces: <<Odiseo
>>Regresará a través del rencoroso Neptuno, por oscuros mares,
>>Perdiendo todos sus hombres.>> Y entonces vino Anticlea.
Cepos quedos, Divus. Quiero decir, es decir, Andrés Divus,
In officina Wecheli, 1583, tomado de Homero
Y navegó desoyendo Sirenas y de allí lejos y hacia adentro
Y hasta Circe.
            Venerandam,
En frase del cretense, con dorada corona, Afrodita
Cypri munimenta sortita est, alegre, oricalchi, con doradas
Fajas y cintas en los pechos, tú, la de párpados oscuros
La de la rama dorada de argicida. Para que:


Así comienzan los Cantares Completos (The Cantos) de Ezra Pound (Hailey, Idaho, EEUU, 1885 – Venecia, Italia, 1972) según la traducción de Javier Coy para la editorial Cátedra. Podría transcribir aquí medio poemario, pero se compone de tres tomos y un total de 2.360 páginas en esta edición bilingüe, así que mejor nos quedamos con la fuerza y belleza épicas de este primer canto y dejamos el resto para cada uno.

Pound es un escritor poco conocido, pero paradójicamente su obra es una de las más influyentes en la literatura posterior. En España, por ejemplo a través de Valente (Presentación y memorial para un monumento) o Julián Ríos (Poundemonium), aunque a mí llegó vía r., quien lo descubrió gracias a David Pérez Iglesias, escritor en lengua gallega casi invisible y poco prolífico cuya obra se limita a unos pocos textos sueltos y a un par de libros; el más importante, el conjunto de relatos Estación término, que es de lo mejor que ha dado la narrativa gallega actual, aunque en su momento fue estúpidamente criticado.

No recuerdo cuántos años han pasado (puede que 20 ya) desde la conversación en la que (esto me lo contó r. unos días después) le dijo algo así como que todo el mundo conocía y hablaba de los grandes escritores de la primera mitad del XX, los maestros, pero que casi nadie conocía ni citaba al que era como ese viejo maestro de artes marciales de la películas, que vive retirado en su cabaña y al que los maestros conocidos acuden cuando quieren profundizar en el conocimiento de la lucha. Ése era Pound. Y si buscamos fotografías de él en Internet, encontraremos unas cuantas en las que se le ve exactamente así; un viejo y sabio shaolín, o un anciano de facciones duras y desafiantes…

Otro poeta en el que por momentos resuena al menos de lejos ese ritmo discursivo de Pound es Paulino Vázquez Vázquez, compañero de generación de Pérez Iglesias, voluntariamente arrinconado como él y autor de poemas tan hermosos como este fragmento de A experiencia inglesa que me voy a atrever a traducir (Paulino, disculpa todos los fallos de esta traducción-traición; ha sido un trabajo apresurado, así que, si quieres autotraducirte y enviármelo, lo añadiré a esta entrada):

Los poetas ingleses que habitaron en la región de los lagos, los campos
de Asham, los ocres y las cenizas de Lancashire
los grises de Blackburn, las últimas tierras de la vieja Inglaterra
íntimamente convencidos, íntimamente
convencidos el sentido de pertenencia, el sentido de la tradición
-unos, de vida meditativa
y sedentaria, la mayor parte entregados a las celadas de la escritura
alejados de los ecos de la multitud, del murmullo de los hombres
conviviendo no para los ilustres cenotafios, la persuasión de la vanidad
-la ambición de una memoria perdurable
sino una senda áspera, oscura
hacia lo profundo de la opacidad
demasiado ofendidos por la indiferencia
los intereses perversos, la fría benevolencia
necesariamente enfrentados a las vicisitudes
                        de su tiempo
-lo que padecieron, soportaron
con gran melancolía; otros, más afortunados
eligieron un largo viaje
(Algunos tomaron un camino
sin retorno; es decir, prefirieron
la muerte voluntaria a la desecación de una vida estéril)
siempre por voluntad propia, siempre a la espera
convencidos de que sólo la virtud nos pertenece
de que la renuncia es la única forma de redención
de que la naturaleza humana consiste en considerar el fracaso
                        como modo de ser
-hundidos en las entrañas del éxtasis
persiguiendo la fascinación del vacío
la contemplación del abismo, la sequedad del desierto
fluyendo entre la vida pública
y la secreta vida solitaria, la paz de la ascesis
mirando con indiferencia todo aquello
que no es su propio ser
-la inminencia de una revelación
que no llega a producirse, la irrealidad del momento fugaz
y su evocación.
Sosteniendo un discurso en contra de un mundo clásico
contra los usos cortesanos, el tratamiento de los gentiles
-el irreprochable, el sobrio sentido
de una mente sin afección
en constante exultación
contra todo lo adusto, parco, precavido
y las ociosas divagaciones.

(Os poetas ingleses que habitaron na rexión dos lagos, os campos/ de Asham, os ocres e as cinzas de Lancashire/ oos grises de Blackburn, as últimas terras da vella Inglaterra/ en íntima convicción, en íntima/ convicción o sentido de pertenencia, o sentido da tradición/ -uns de vida meditativa/ e sedentaria, os máis entregados as celadas da escrita/ afastados dos ecos da multitude, do murmurio dos homes/ convivindo non para os ilustres cenotafios, a persuasión da vanidade/ -a ambición dunha memoria perdurable/ senón unha senda áspera, oscura/ cara os fondais da opacidade/ demasiado ofendidos pola indiferencia/ os perversos intereses, a fía benevolencia/ necesariamente enfrentados ás vicisitudes/ do seu tempo/ -o que padeceron, soportaron/ con grande melancolía; outros, más afortunados/ decidíronse por unha longa viaxe/ (Algúns tomaron un camiño/ sen retorno; queremos dicer, preferiron/ a morte voluntaria á desecación dunha vida estéril)/ sempre por vontade propia, sempre á espera/ convencidos de que só a virtude nos pertence/ de que a renuncia é o único modo de redención/ de que a natureza humana consiste na consideración do fracaso/ como modo de ser/ -afundidos nas entrañas do éxtase/ procurando a fascinación do vacío/ a contemplación do abismo, a sequedade do deserto/ fluindo entre a vida pública/ e a secreta vida solitaria, a paz da ascese/ ollando con indiferencia todo aquilo/ que non é o seu ser/ -a inminencia dunha revelación/ que non chega a darse, a irrealidade do momento fugaz/ e a súa evocación./ Sostendo un discurso en contra dun mundo clásico/ contra as maneiras cortesanas, o tratamento dos xentís/ -o irreprochable, o sobrio sentido/ dunha mente sen afección/ en continua exultación/ contra todo o adusto, parco, precavido/ e as ociosas divagacións.)


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Paul Celan: Todesfuge
(Todesfuge (Fuga de muerte). En Amapola y memoria. Trad.: Jesús Munárriz. Edit. Hiperión)

Leche negra del alba la bebemos al atardecer

la bebemos al mediodía y a la mañana la bebemos de noche

bebemos y bebemos

cavamos una fosa en los aires allí no hay estrechez

En la casa vive un hombre que juega con las serpientes que

escribe
que escribe al oscurecer a Alemania tu cabello de oro Margarete
lo escribe y sale a la puerta de la casa y brillan las estrellas silba
            llamando a sus perros
silba y salen sus judíos manda cavar una fosa en la tierra
nos ordena tocad ahora música de baile

Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos de mañana y al mediodía te bebemos al atardecer
bebemos y bebemos
en la casa vive un hombre que juega con las serpientes que
            escribe
que escribe al oscurecer a Alemania tu cabello de oro Margarete
Tu cabello de ceniza Sulamita cavamos una fosa en los aires allí
            no hay estrechez.

Grita cavad más hondo en el reino de la tierra los unos y los
            otros cantad y tocad
echa mano del hierro en el cinto lo blande tiene ojos azules
hincad más hondo las palas los unos y los otros volved a tocar
            música de baile.

Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía y a la mañana te bebemos al atardecer
bebemos y bebemos
un hombre vive en la casa tu cabello de oro Margarete tu cabello
            de ceniza Sulamita él juega con serpientes

Grita tocad más dulcemente a la muerte la muerte es un amo de
            Alemania
grita tocad más sombríamente los violines luego subiréis como
            humo en el aire
luego tendréis una fosa en las nubes allí no hay estrechez

Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía la muerte es un amo de Alemania
te bebemos al atardecer y a la mañana bebemos
y bebemos la muerte es un amo de Alemania su ojo es azul
te alcanza con bala de plomo te alcanza certero
un hombre vive en la casa tu cabello de oro Margarete
azuza sus perros contra nosotros nos regala una fosa en el aire
acosa con las serpientes y sueña la muerte es un amo de
            Alemania
tu cabello de oro Margarete
tu cabello de ceniza Sulamita.


Creo que no es necesario contextualizar mucho este poema. Es evidente el transfondo de los campos de concentración que lo alienta. Celan (1920-1970) sobrevivió al Holocausto. Paradójicamente quizás no sobrevivió a su recuerdo y, al final de un periplo de depresiones, terminó con él arrojándose al Sena.

Pero no hay que leer este poema como si hubiésemos de descodificarlo. No hay un texto “real” bajo los versos. Ni la leche ni el resto de imágenes simbolizan nada concreto, sino a sí mimas. Su valor reside en haber traído el horror a las palabras sin necesitar de referentes concretos. No se trata de la mera poetización de una experiencia, sino de la experiencia que se dice a sí, que se manifiesta en el todo del poema.

Las constantes variaciones sobre los elementos esenciales (sujetos) no sólo sirven de composición en forma de “fuga”, sino que enuncian la sucesión, la reiteración modificada de los acontecimientos: una repetición de lo que ocurre, del dolor y la muerte acaeciendo siempre levemente modificados, siempre sustancialmente iguales. Así desgasta el hábito. Lo extraordinario se convierte en cotidiano, se normaliza, pierde su valor y entra dentro de la lógica existencial. Levinas sostiene que la guerra suspende la moral. El exterminio sistemático y mecanizado suspende además las diferencias: todo queda igualado, allanado para dar cabida a cualquier hecho posible.

A esa igualación sólo resiste la ironía, el sarcasmo grotesco con el que se hace pasar la cremación por un alivio de la penuria, la estrechez y el hacinamiento (¿acaso la decisión de suicidarse no se asemeja a esto?). Casi es posible percibir la crueldad con la que seguramente oyó palabras similares. ¿Cuánto humo cabe en el aire? ¿Cuánto espacio ahorra el exterminio?

Actualización (22/10/2013):
David Perez Iglesias me ha enviado este enlace en el que el propio Celan lee Todesfuge:
Paul Celan: Todesfuge
Hasta ahora no lo había oído en su idioma original (y mucho menos con la lectura intencional del propio autor), y me asombra aún más esa especie de musicalidad mecanizada. Supongo que tiene que ver con los recuerdos del entorno sonoro de lo que dice, de la experiencia... Y a la vez tiene algo de hipnótico, de flujo o de proceso continuo que te arrastra.
Kertézs hablaba de ello en Sin Destino. Lo lógico pero incomprensible e inasumible de seguir avanzando en medio de todo aquello, sólo por la mera fuerza de la continuidad. Sin razones para dejar de hacerlo, de la misma forma que no había razón alguna para sobrevivir.
Visto en la distancia, la industrialización del exterminio parece una de las peculiaridades del Holocausto. Pura manufactura. Y así leído (Y con independencia de que haya sido o no su intención y de la barrera idiomática) el poema parece aludir a esa naturaleza fabril, de procesamiento, del exterminio judío.
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Un poema de Li Po:

Li Po está unánimemente considerado como uno de los más grandes poetas de la historia de China. Vivió en el siglo VIII (del 701 al 762 d.c.) bajo los Tang y, más concretamente, en la que se considera la etapa de esplendor de la poesía escrita bajo esta dinastía, es decir, la reconocida como etapa cumbre de toda la poesía clásica china (713-765 d.c.). Cuando en el siglo XVIII se procedió a compilar la totalidad de la poesía escrita durante esta dinastía, se incluyeron más de 48.000 poemas pertenecientes a 2.300 autores.
Escribió poesía desde la infancia. Durante su juventud vivió como ermitaño en la montaña Mian. Como otros poetas, viajó como bohemio a lo largo del Río Amarillo. Alcanzó tal fama que el propio emperador llegó a servirle personalmente la comida. Acabó cayendo injustamente en desgracia. Volvió a la vida bohemia. Combatió. Fue desterrado. Y murió en casa de uno de sus tíos se dice que por enfermedad pero también se cuenta que la causa de la muerte fue otra: en una de sus habituales borracheras, paseando de noche en barco, se inclinó para abrazar la luna, que se reflejaba en las aguas del lago, y murió ahogado. 
El poema que reproduzco está incluido en la antología editada por Icaria, titulada Cien Poemas, que recoge una parte de la ingente producción poética que se conserva de este autor (unos 1.000 poemas) y que se supone que no es más que una pequeña parte de la aún más inmensa producción original (unos 10.000 poemas). Las notas que he escrito están fundamentalmente extraídas del breve prólogo del traductor, Chen Guojian, a la citada edición.


Río de Oeste. De noche.
Azul aún el cielo, del todo límpido.
Cubierta inundada de luna.
Pienso en Xie, gran general
que invitó a un poeta a leer sus versos.
Gente que no existe hoy día.
Al alba ya zarparemos.
Hojas de arces caen silenciosas.


Sólo quiero destacar 1) la sencillez y precisión con la que, en unos pocos trazos verbales, es capaz de hacernos ver la escena y cada detalle importante; 2) ese verso no sé hasta qué punto mérito del traductor en el que la luna empapa la cubierta; y 3) el tono nostálgico que atraviesa cada palabra (el poema lleva el título de Anclado de noche en Niuzhou, añorando el pasado) y que se cierra sobre sí mismo por medio de las hojas de los arces.
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Francisco de la Torre:
(Francisco de la Torre. Poesía completa, Edit. Cátedra; edición de Mª Luisa Cerrón Puga)

Francisco de la Torre podría ser sólo un nombre; un pseudónimo o un heterónimo detrás del que sospechar la presencia de otros escritores españoles del S XVI (Juan de Almeida, Miguel Termón…). Si hacemos caso, en parte, a Quevedo, quien editó sus Obras en 1631, este estado cuasifantasmal en que ha permanecido durante varios siglos se debió a que Herrera se había apropiado de su estilo y quiso ocultarlo. Pero quién puede fiarse de Quevedo cuando se trata de cosas como ésta (aunque alguien debería aprovechar la trama novelesca que insinúa). En cualquier caso, ya apenas si se duda de su existencia, y lo que nos queda es una obra con algunos momentos de esplendor, como el Soneto XIX.
En la edición que cito arriba (de donde he tomado las notas para este post), se narra brevemente la historia a la que me refiero.

SONETO XIX
Camino por el mar de mi tormento
con una mal segura lumbre clara;
falta la luz de mi esperanza cara,
y falta luego mi vital aliento.

Llévame la tormenta en el momento
por adonde viviente no llevara,
si rigurosamente no trazara
dar fin en una roca al mal que siento.

Espántame, del crudo mar chinchado,
la clemencia que tiene de matarme;
y en el punto me gozo de mi muerte.

Caí; la mar, en habiéndome gozado,
y porque era matarme remediarme,
a la orilla me arroja, y a mi suerte.

No me quiero detener ni en las cuestiones referentes al petrarquismo ni en las que se refieren al concepto de imitatio. Para eso es mucho mejor leer el prólogo de Cerrón Puga. Lo que me apasiona de este poema es ese brutal verso inicial y la completa desesperanza que el soneto narra en conjunto. Camino por el mar de mi tormento es una forma radical de sumirte desde el primer instante en la vastedad del sufrimiento en que se encuentra. No hay transición alguna ni sutileza. Te arrastra con brusquedad al fondo para que vivas el poema desde dentro. Y por eso al final, el hecho de que ese sufrimiento no acabe con él lo padeces paradójicamente como crueldad. No hay demasiada delicadeza; ni alivio o esperanza al final. Nada que palíe la manera desgarrada en que se expresa o ese final donde no morir es un castigo. 

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Vladimir Mayakovsky:

(Vladimir Mayakovsky. Poemas 1917-1930. Colección Visor de poesía. Edit. Visor)

El poema de Mikinosuke me ha recordado un poema de Mayakovsky con el que me encontré hace ya muchos años en el suplemento ABC Cultural. Vladimir Vladimirovich Mayakovsky es uno de los poetas y dramaturgos más destacados de la poesía rusa del primer tercio de siglo XX. Apenas vivió 37 años, en los que produjo obras tan conocidas como Conversaciones con el Inspector Fiscal o la obra teatral La chinche.
El 14 de abril de 1930 se suicidó. Escogió el expeditivo método de descerrajarse un tiro en la sien. Dos días antes, escribió una carta de despedida, breve y sencilla, casi práctica salvo por una frase tan corta como cargada de desesperación: Lilia, quiéreme; y un bellísimo poema que he querido transcribir aquí según la traducción de José Fernández Sánchez.

Son cerca de las dos. Ya te habrás acostado.
O a lo mejor te pasa a ti lo mismo.
En la noche, la Vía Láctea es un Oka1 de plata.
No me apresuro y con urgencias de telegramas
no voy a despertarte ni molestarte.
Como se dice, el incidente está zanjado.
La barca amorosa varó en lo vulgar.
Estamos en paz y no vale la pena enumerar
dolores, desgracias y ofensas mutuas.
Fíjate: ¡qué silencio en el mundo!
La noche impuso al silencio un tributo estelar.
En horas así te levantas y hablas
a los siglos, a la historia y al universo.
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1. Oka: río de Rusia.
La misma resignación, la misma templanza y la presencia inasumible de la soledad y el silencio en el que se encontraba en medio de una sociedad que, parece, comenzaba a desilusionarle quizás porque su carácter no era compatible ni con la revolución ni con su deriva posterior.
Y Lilia, claro.
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Mikinosuke, hijo de Musashi:


Llamadas por la tormenta
en la cumbre
del monte Tatsuta,
            también las hojas rojas del valle
            están cayendo.


Miyamoto Mikinosuke fue uno de los hijos adoptivos del que quizás sea el samurai más famoso y con mayor prestigio de la historia de Japón, Miyamoto Musashi, quien, nacido a finales del S XVI, fue maestro en el arte de la espada y pintor, y dejó una de las obras sobre el arte de la guerra más importantes del mundo oriental, El libro de los cinco anillos, que sigue siendo hoy un referente no sólo como manual bélico sino también como guía para la negociación y la diplomacia.
Tras la muerte prematura de Tadatoki (señor a cuyo servicio como maestro de espada accedió Mikinosuke conforme maduró), y tras viajar hasta Osaka para despedirse de su padre adoptivo, justo antes de practicarse el junshi (suicidio por fidelidad), Mikinosuke escribió este bellísimo poema en el que sin dramatismo ni sentimentalismo alguno hace el transito mental hacia la muerte.
Al leer estos pocos versos, una vez conocidos los instantes a los que están vinculados, no se pueden obviar ni la serenidad con que se expresa alguien de unos 23 años que está a punto de quitarse la vida a causa de la muerte de su señor (siguiendo a su señor en la muerte), como acto de honor; ni el modo alusivo con que compara la última imagen que quedará de sí mismo con la caída de las hojas rojas en el valle: así caerá también su sangre, hasta morir, a causa de su deber.
La primera parte representa ese deber que le obliga y las inexorables consecuencias de la naturaleza de las cosas. La segunda, desciende hacia él mismo y convierte la brutalidad del instante en el que habrá de abrirse con la espada en la imagen poética de las hojas cayendo de los árboles, aún no violentamente, con la brisa que precede a la propia tormenta.

Se puede encontrar una versión completa de El libro de los cinco anillos (Go Rin No Sho) en Miraguano Ediciones. También, en la antología La vía del samurai, de La esfera de los libros.
Para una biografía de Miyamoto Musashi: El samurai solitario, de William Scott Wilson, en Arcano Books, en donde se puede encontrar el poema y de donde procede parte de la información utilizada para esta entrada.

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El poema de Gilgamesh:


El conjunto de leyendas atribuidas al personaje mítico de Gilgamesh, que fue siendo reelaborado en un proceso de decantación progresiva, hasta la forma canónica que en la actualidad se conoce (versión cuneiforme ninivita), entre el 2.500 a.c hasta el 650 a.c, aproximadamente, en la antigua Mesopotamia, está considerado, por cronología e importancia, como la primera de las epopeyas clásicas. A lo largo de las 12 tablillas que lo forman, se narran las distintas peripecias de Gilgamesh, rey de Uruk, “dos tercios dios y un tercio hombre”: su enfrentamiento y posterior amistad con Enkidu; la lucha que juntos afrontan contra Khumbaba, guardián del Bosque de los Cedros, a quien dan muerte; el episodio del Toro Celeste; etc.
Independientemente de consideraciones literarias, artísticas, culturales o históricas, además de todas las inferencias que se pueden derivar del poema –en sí mismo y en su relación con otros textos y pruebas físicas de la época- acerca del mundo en el que fue escrito e incluso de sus transformaciones a lo largo del tiempo en que su escritura se mantuvo en proceso, la lectura de esta obra despierta un hálito de ensoñación heroica que a veces creemos olvidado o banalizado por la reiteración indiscriminada de ciertos clichés.
Los fragmentos que se recogen a continuación (así como los datos utilizados para la breve exposición anterior) están sacados de la edición a cargo de Federico Lara Peinado, traductor también del poema, para la editorial Tecnos, Colección Clásicos del Pensamiento:

Quiero dar a conocer a mi país a aquél que todo la ha visto,
a aquél que ha conocido lo profundo, que ha sabido todas las cosas,
que ha examinado en su totalidad todos los misterios.
A él, dotado de sabiduría, que lo ha conocido todo,
que ha descubierto los secretos, que ha visto los misterios,
y que nos ha transmitido noticias anteriores al Diluvio.
Vuelto de un largo viaje, fatigado, pero sereno,
grabó en una estela de piedra todos sus esfuerzos.
Él edificó los muros de Uruk-la-cercada
y el tesoro sagrado del santo Enana.
¡Contempla sus murallas, que son como el cobre!
¡Mira sus pilastras, que no tienen rival!
¡Toca la losa de su umbral, traída de muy lejos!
¡Acércate al Enana, la morada de Ishtar,
que ningún rey venidero, ningún hombre igualará jamás!
…………………………………………………….

- ¿Quién, pues, amigo mío, puede escalar el cielo?
Sólo allí viven los dioses en compañía de Shamash;
en cuanto a la Humanidad, ¡ésta tiene los días contados!
¡Todo lo que un hombre hace no es más que viento!
Tú mismo, aquí, si tienes miedo de morir,
¿en qué se ha convertido tu coraje?
Voy a partir, pues, delante de ti,
que tu boca pueda gritarme: <<¡Avanza, no temas!>>.
Si sucumbo, al menos me habré hecho un renombre.
…………………………………………………………

- Tú eres todavía un niño, Gilgamesh, tu pasión te arrastra,
tú no sabes de qué estás hablando.
El bramido de Khumbaba es el diluvio,
su boca es fuego, su aliento es la muerte.
…………………………………………………..

- Cuando los dioses crearon la humanidad,
fue la muerte lo que asignaron a la humanidad,
ellos reservaron la vida para su Destino.
En tu vagabundear sin cesar, ¿qué has obtenido?
En tu errar, te has agotado a ti mismo,
has llenado tus músculos de cansancio,
has hecho acercar el final de tus días lejanos.
La humanidad –su nombre- debe ser cortada como una caña de cañaveral.
El hermoso joven, la hermosa muchacha
son arrebataos por la muerte.
¡No, nadie puede ver a la muerte!
¡No, nadie puede ver la cara de la muerte!
¡No, nadie puede oír la voz de la muerte!
La muerte, segadora de la humanidad, es cruel.
¿Construimos casas para siempre?
¿Sellamos nuestros contratos para siempre?
¿Comparten los hermanos sus herencias para siempre?
¿Perdura el odio en la tierra para siempre?
¿Aporta el río su crecida para siempre?
Los tejedores que se deslizan por el río,
apenas sus rostros ven la cara del sol
cuando de pronto, ¡nada de nada!
El que duerme y el muerto cuánto se asemejan el uno al otro.
Nadie ha podido reproducir la imagen de la muerte.


No importa si se trata de un poema épico o de una obra más próxima al drama, a pesar de encontrarnos ante una traducción, es ese ritmo heroico que lo aviva y que condiciona la voz que resuena en nosotros mientras lo leemos lo que nos recuerda que también somos nosotros, y que, aunque sintamos el horror de lo antiguo y del incalculable paso del Tiempo (Borges dixit), toda Mesopotamia sigue en lo profundo de nuestra memoria. 

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