(Esta colección no tiene pretensiones de canon. Los poemas o
fragmentos de poemas que se recogen siguen un único criterio: el gusto de
quien escribe este blog. Ni cuestiones de calidad ni cuestiones de
consideración histórica o social influyen en absoluto en esta antología.)
Saint-John Perse. Anábasis.
Saint-John Perse
Anábasis
Canción
Nacía
un potro bajo las hojas de bronce. Un hombre puso bayas amargas en
nuestras manos. Extranjero. Que pasaba. Y he aquí que hay rumores de
otras provincias a mi agrado... <<Salve a ti, hija mía, bajo el
más grande de los árboles del año.>>
*
Pues
el sol entra en Leo y el Extranjero puso su dedo en la boca de los
muertos. Extranjero. Que reía. Y nos habla de una hierba. ¡Ah! ¡tanto
aliento en las provincias! ¡Cuánta holgura en nuestras vías! ¡cómo me es
delicia la trompeta, y sabia la pluma al escándalo del ala!...
<<Alma, mi gran niña, tú tenías tus maneras que no son las
nuestras.>>
*
Nació un
potro bajo las hojas de bronce. Un hombre puso estas bayas amargas en
nuestras manos. Extranjero. Que pasaba. Y he aquí un gran rumor en un
árbol de bronce. ¡Betún y rosas, don del canto! ¡Trueno y flautas en las
alcobas! ¡Ah! ¡tanta holgura en nuestras vías, tanta historia al año, y
el Extranjero a sus maneras por todos los caminos de la tierra!...
<<Salve a ti, hija mía, bajo el más hermoso traje del año.>>
Sobre Anábasis (de Saint-John Perse):
“El
poema es una serie de imágenes de migración, de conquistas de vastos
espacios en explanadas asiáticas, de destrucción y fundación de ciudades
y civilizaciones de cualquier raza o época del antiguo oriente … Creo
que es un texto de la misma importancia que el trabajo más reciente de
James Joyce...” (T.S. Eliot)
Volvemos a la poesía
épica. De ahí que este largo poema se inicie con esta canción (otra
canción, además, lo cierra) y que el verso haya sido aparentemente
sustituido por una falsa prosa. La épica siempre ha navegado entre las
dos formas literarias. Por qué no unirlas. Eliminar el verso tal y como
lo entendemos y sustituirlo por la continuidad narrativa, a la vez que
en la prosa se infiltra el sistema de tropos, pausas, silencios, acentos
e imágenes propio del poema. El resultado es este híbrido en el que se
narra (canta) el tránsito y el desarraigo: “Extranjero. Que pasaba.” …
.......................................................................................
Manoel Antonio. De Catro a Catro.
A veces resulta difícil no dejarse
llevar por ciertos arrebatos elegíacos y rellenar un post completo
de alabanzas a tal o cual escritor ya fallecido, especialmente cuando
se trata de uno de esos autores que marcaron la propia adolescencia y
que, además, llevan el sello del sentimiento nacional (alabado sea
el señor).
Pero, aunque sea cierto todo lo bueno
que se dice de Manoel Antonio y de su obra, en concreto de De Catro aCatro, aquí sólo importa el poso que deja después de haberlo
leído. Así que voy a obviar aquello que tiene que ver con su
importancia dentro de la historia de la literatura gallega. No es que
haya mucha información en Internet al respecto, pero sí la
suficiente. Y además, creo que se puede resumir en una frase: a mi
juicio, si hubiese que seleccionar los cinco poemarios en lengua
gallega más relevantes desde 1800 hasta hoy, uno de ellos sería De
Catro a Catro.
Intencións (Intenciones) es el poema
que abre el libro y que, de alguna manera, plantea el viaje. Podría
haber escogido casi cualquier otro, pero creo que en sí mismo es una
buena invitación a la lectura.
A pesar de las constantes referencias a
la navegación, a pesar de que aparentemente las imágenes no parecen
sino poetizaciones de la experiencia en la que se basa el libro,
Manoel Antonio estaba influido por el Creacionismo. Las referencias
pueden parecer reales, pero no son más que enlaces con la palabra.
Importa su significado autónomo hasta cierto punto desvinculado de
lo real, de lo físico. Por eso no es necesario haber vivido la
experiencia del mar para leer más allá de las metáforas con que
narra su propia subjetividad poética.
Las palabras se restauran a sí mismas,
anulan sus significados previos y generan otros dentro del conjunto
del poema y del poemario. Las imágenes visuales en que
constantemente se apoyan se llenan de contradicciones, se invalidan y
se imposibilitan para alumbrar una realidad verbal independiente.
El viaje que al final se narra es el
que uno mismo emprende a través del lenguaje hacia el interior de la
propia experiencia.
Y eso es algo que todos vivimos.
(Copio aquí el texto original en
gallego y a continuación la torpe traducción que a la carrera he
hecho. Me disculpo de antemano por los errores y las traiciones
-especialmente respecto a "acenar" y "descubertas"- y, aunque no he leído
ninguna, recomiendo a quienes no hablen gallego que se busquen una
edición en castellano -creo que Visor lo editó hace ya muchos
años).
INTENCIÓNS
Encherémo-las velas
ca luz náufraga da madrugada
Pendurando en dos puntos cardinaes
a randeeira esguía
do pailebote branco
cas súas mans loiras
acenan mil adeuses as estrelas
Inventaremos frustradas descobertas
a borlovento dos horizontes
para acelerar os abolidos corazóns
dos nosos veleiros defraudados
Halaremos polo chicote
dun meridián innumerado
Na illa anónima
de cada singladura
esculcaremos o remorso da cidade
Ela noitámbula desfollará
como unha margarida prostibularia
a Rosa dos Ventos do noso corazón
Encadearemos adeuses de escuma
para tódalas praias perdidas
Xuntaremos cuadernos en branco
da novela errante do vento.
Pescaremos na rede dos atlas
ronseles de Simbad
E cazarémo-la vela
sobre o torso rebelde das tormentas
para trincar a escota dunha ilusión.
INTENCIONES
Llenaremos las velas
con la luz náufraga de la madrugada
Pendiendo de dos puntos cardinales
la esbelta mecedora
del paquebote blanco
con sus rubias manos
eleva mil gestos de adiós a las
estrellas
Inventaremos frustrados
descubrimientos
a barlovento de los horizontes
para acelerar los abolidos corazones
de nuestros defraudados veleros
Halaremos por el chicote
de un meridiano sin número
En la anónima isla
de cada singladura
observaremos el remordimiento de la
ciudad
Ella noctámbula deshojará
como una margarita prostibularia
la Rosa de los Vientos de nuestro
corazón
Encadenaremos adioses de espuma
para todas las playas perdidas
Reuniremos cuadernos en blanco
de la novela errante del viento
Pescaremos en la red de los atlas
ronseles de Simbad
Y cazaremos la vela
sobre le torso rebelde de las tormentas
para trincar la escota de una ilusión.
....................................................................Ezra Pound: The Cantos (Y también: David Pérez Iglesias y Paulino Vázquez Vázquez)
(Cantares completos. Ezra Pound. Edit. Cátedra)
Canto I
Y bajamos a la nave,
Enfilamos quilla a los cachones,
nos deslizamos en el mar divino, e
Izamos mástil y vela sobre
aquella nave oscura,
Ovejas llevábamos a bordo, y
también nuestros cuerpos
Deshechos en llanto, y los
vientos soplaban de popa
Impulsándonos con hinchadas
velas,
De circe esta nave, la diosa bien
peinada,
Nos sentamos luego en medio de la
nave, mientras el viento hacía saltar la caña del timón,
Así con velas reventando,
navegamos hasta el fin del día.
El sol a su descanso, las sombras
en el océano todo.
Llegamos entonces al confín del
mar más hondo,
A las cimerias tierras, y
ciudades pobladas
Cubiertas por la niebla de tejido
espeso, jamás penetrado
Por luz de los solares rayos
Sin toldo estrellado, ni por los
ojos desde el cielo vueltos
La noche más negra envolvía a los
infelices deste suelo.
Y en el reflujo del océano,
llegamos después al sitio
Predicho por Circe.
Aquí los ritos de Perimedes y
Euríloco,
Y de mi cadera retirando la
espada
Cavé la fosa midiendo un ana en
cuadro;
E hicimos libaciones sobre cada
muerto,
Primero alojas y luego dulce
vino, agua mezclada con harina alba.
Dije entonces muchas oraciones a
las pálidas cabezas muertas;
Como es costumbre en Ítaca, toros
estériles de los mejores
Para el sacrificio, levantando
una pira con efectos,
Una oveja para Tiresias sólo,
negra y con cencerro.
Sangre negra se derramó en la
fosa,
Fantasmas del Érebo, cadavéricos
muertos, de novias
De mancebos y ancianos que mucho
habían sufrido;
Ánimas manchadas por recientes
lágrimas, muchachas tiernas,
Muchos hombres, desgarrados por
las broncíneas puntas de las lanzas,
Despojos de la batalla, con armas
manchadas de sangre todavía,
Esta muchedumbre me cercaba,
gritando,
Palideciendo, requerí más bestias
de mis hombres;
Degollamos los rebaños, ovejas
muertas por el bronce;
Escanciando aceite, clamé a los
dioses,
A Plutón el fuerte, y elogios a
Proserpina;
Desenvainé la espada angosta,
Me senté para esquivar los
impetuosos muertos impotentes,
Hasta que oyera a Tiresias.
Mas el primero en llegar fue
Elpénor, Elpénor nuestro amigo,
Insepulto, lanzado sobre la
tierra vasta,
Extremidades que abandonamos
donde Circe,
Sin derramar lágrimas por él, sin
amortajar su cuerpo, porque cosas urgentes nos llamaban.
Lastimoso espíritu. Y grité con palabra apresurada:
<<Elpénor, ¿cómo llegaste a
esta costa oscura?
>>¿Viniste a pie, acaso,
más veloz que los marinos?>>
Y
entonces, él, con palabras graves:
<<El adverso hado y el abundoso
vino. En el hogar de Circe pernocté.
>>Bajando descuidado las
altas escaleras,
>>Caí de golpe sobre el
contrafuerte,
>>Rompiéndome la nuca, el
alma voló en busca del Averno.
>>Mas a ti, ¡Oh Rey!, te
pido recuerdes, a mí, el no llorado, el insepulto,
>>Amontona mis armas y sea
mi tumba la orilla del mar y mi epitafio:
>>Un hombre desgraciado,
con su fama en el futuro.
>>Y clava vertical el remo
que blandía entre mis compañeros.>>
Y Anticlea, de quien me defendí,
vino, y luego Tiresias tebano,
Levantando su vara dorada, me
reconoció, y habló el primero:
<<¿Por segunda vez? ¿por
qué?¿hombre de mala estrella,
>>Ante los muertos en la
sombra y en esta región triste?
>>Sal de la fosa, déjame la
bebida sangrienta
>>Para mis
vaticinios.>>
Y
di un paso atrás,
Y él, fortalecido con la sangre,
dijo entonces: <<Odiseo
>>Regresará a través del
rencoroso Neptuno, por oscuros mares,
>>Perdiendo todos sus
hombres.>> Y entonces vino Anticlea.
Cepos quedos, Divus. Quiero
decir, es decir, Andrés Divus,
In officina Wecheli, 1583, tomado
de Homero
Y navegó desoyendo Sirenas y de
allí lejos y hacia adentro
Y hasta Circe.
Venerandam,
En frase del cretense, con dorada
corona, Afrodita
Cypri munimenta sortita est,
alegre, oricalchi, con doradas
Fajas y cintas en los pechos, tú,
la de párpados oscuros
La de la rama dorada de argicida.
Para que:
Así comienzan los Cantares
Completos (The Cantos) de Ezra Pound (Hailey, Idaho, EEUU, 1885 – Venecia, Italia, 1972) según la traducción de Javier Coy para la editorial Cátedra.
Podría transcribir aquí medio poemario, pero se compone de tres tomos y un
total de 2.360 páginas en esta edición bilingüe, así que mejor nos quedamos con
la fuerza y belleza épicas de este primer canto y dejamos el resto para cada
uno.
Pound es un escritor poco
conocido, pero paradójicamente su obra es una de las más influyentes en la
literatura posterior. En España, por ejemplo a través de Valente (Presentación
y memorial para un monumento) o Julián Ríos (Poundemonium), aunque a mí llegó
vía r., quien lo descubrió gracias a David Pérez Iglesias, escritor en lengua
gallega casi invisible y poco prolífico cuya obra se limita a unos pocos textos
sueltos y a un par de libros; el más importante, el conjunto de relatos Estación
término, que es de lo mejor que ha dado la
narrativa gallega actual, aunque en su momento fue estúpidamente criticado.
No recuerdo cuántos años han pasado (puede que
20 ya) desde la conversación en la que (esto me lo contó r. unos días después)
le dijo algo así como que todo el mundo conocía y hablaba de los grandes
escritores de la primera mitad del XX, los maestros, pero que casi nadie
conocía ni citaba al que era como ese viejo maestro de artes marciales de la
películas, que vive retirado en su cabaña y al que los maestros conocidos
acuden cuando quieren profundizar en el conocimiento de la lucha. Ése era
Pound. Y si buscamos fotografías de él en Internet, encontraremos unas cuantas en las
que se le ve exactamente así; un viejo y sabio shaolín, o un anciano de
facciones duras y desafiantes…
Otro poeta en el que por momentos
resuena al menos de lejos ese ritmo discursivo de Pound es Paulino Vázquez
Vázquez, compañero de generación de Pérez Iglesias, voluntariamente arrinconado
como él y autor de poemas tan hermosos como este fragmento de A experiencia inglesa que me voy a atrever a traducir
(Paulino, disculpa todos los fallos de esta traducción-traición; ha sido un
trabajo apresurado, así que, si quieres autotraducirte y enviármelo, lo añadiré
a esta entrada):
Los poetas ingleses que habitaron
en la región de los lagos, los campos
de Asham, los ocres y las cenizas
de Lancashire
los grises de Blackburn, las
últimas tierras de la vieja Inglaterra
íntimamente convencidos,
íntimamente
convencidos el sentido de
pertenencia, el sentido de la tradición
-unos, de vida meditativa
y sedentaria, la mayor parte
entregados a las celadas de la escritura
alejados de los ecos de la
multitud, del murmullo de los hombres
conviviendo no para los ilustres
cenotafios, la persuasión de la vanidad
-la ambición de una memoria
perdurable
sino una senda áspera, oscura
hacia lo profundo de la opacidad
demasiado ofendidos por la
indiferencia
los intereses perversos, la fría
benevolencia
necesariamente enfrentados a las
vicisitudes
de
su tiempo
-lo que padecieron, soportaron
con gran melancolía; otros, más
afortunados
eligieron un largo viaje
(Algunos tomaron un camino
sin retorno; es decir,
prefirieron
la muerte voluntaria a la
desecación de una vida estéril)
siempre por voluntad propia,
siempre a la espera
convencidos de que sólo la virtud
nos pertenece
de que la renuncia es la única
forma de redención
de que la naturaleza humana
consiste en considerar el fracaso
como
modo de ser
-hundidos en las entrañas del
éxtasis
persiguiendo la fascinación del
vacío
la contemplación del abismo, la
sequedad del desierto
fluyendo entre la vida pública
y la secreta vida solitaria, la
paz de la ascesis
mirando con indiferencia todo
aquello
que no es su propio ser
-la inminencia de una revelación
que no llega a producirse, la
irrealidad del momento fugaz
y su evocación.
Sosteniendo un discurso en contra
de un mundo clásico
contra los usos cortesanos, el
tratamiento de los gentiles
-el irreprochable, el sobrio
sentido
de una mente sin afección
en constante exultación
contra todo lo adusto, parco,
precavido
y las ociosas divagaciones.
(Os poetas ingleses que habitaron
na rexión dos lagos, os campos/ de Asham, os ocres e as cinzas de Lancashire/
oos grises de Blackburn, as últimas terras da vella Inglaterra/ en íntima
convicción, en íntima/ convicción o sentido de pertenencia, o sentido da
tradición/ -uns de vida meditativa/ e sedentaria, os máis entregados as celadas
da escrita/ afastados dos ecos da multitude, do murmurio dos homes/ convivindo
non para os ilustres cenotafios, a persuasión da vanidade/ -a ambición dunha memoria
perdurable/ senón unha senda áspera, oscura/ cara os fondais da opacidade/
demasiado ofendidos pola indiferencia/ os perversos intereses, a fía
benevolencia/ necesariamente enfrentados ás vicisitudes/ do seu tempo/ -o que
padeceron, soportaron/ con grande melancolía; outros, más afortunados/
decidíronse por unha longa viaxe/ (Algúns tomaron un camiño/ sen retorno;
queremos dicer, preferiron/ a morte voluntaria á desecación dunha vida
estéril)/ sempre por vontade propia, sempre á espera/ convencidos de que só a
virtude nos pertence/ de que a renuncia é o único modo de redención/ de que a
natureza humana consiste na consideración do fracaso/ como modo de ser/
-afundidos nas entrañas do éxtase/ procurando a fascinación do vacío/ a
contemplación do abismo, a sequedade do deserto/ fluindo entre a vida pública/
e a secreta vida solitaria, a paz da ascese/ ollando con indiferencia todo
aquilo/ que non é o seu ser/ -a inminencia dunha revelación/ que non chega a
darse, a irrealidade do momento fugaz/ e a súa evocación./ Sostendo un discurso
en contra dun mundo clásico/ contra as maneiras cortesanas, o tratamento dos
xentís/ -o irreprochable, o sobrio sentido/ dunha mente sen afección/ en
continua exultación/ contra todo o adusto, parco, precavido/ e as ociosas divagacións.)
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Paul Celan: Todesfuge
(Todesfuge (Fuga de muerte). En Amapola y memoria. Trad.: Jesús Munárriz. Edit. Hiperión)
Leche negra del alba la bebemos al atardecer
la bebemos al mediodía y a la mañana la bebemos de noche
bebemos y bebemos
cavamos una fosa en los aires allí no hay estrechez
En la casa vive un hombre que juega con las serpientes que
escribe
que escribe al oscurecer a Alemania tu cabello de oro
Margarete
lo escribe y sale a la puerta de la casa y brillan las
estrellas silba
llamando
a sus perros
silba y salen sus judíos manda cavar una fosa en la tierra
nos ordena tocad ahora música de baile
Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos de mañana y al mediodía te bebemos al atardecer
bebemos y bebemos
en la casa vive un hombre que juega con las serpientes que
escribe
que escribe al oscurecer a Alemania tu cabello de oro
Margarete
Tu cabello de ceniza Sulamita cavamos una fosa en los aires
allí
no
hay estrechez.
Grita cavad más hondo en el reino de la tierra los unos y
los
otros
cantad y tocad
echa mano del hierro en el cinto lo blande tiene ojos azules
hincad más hondo las palas los unos y los otros volved a
tocar
música
de baile.
Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía y a la mañana te bebemos al atardecer
bebemos y bebemos
un hombre vive en la casa tu cabello de oro Margarete tu
cabello
de
ceniza Sulamita él juega con serpientes
Grita tocad más dulcemente a la muerte la muerte es un amo
de
Alemania
grita tocad más sombríamente los violines luego subiréis
como
humo
en el aire
luego tendréis una fosa en las nubes allí no hay estrechez
Leche negra del alba te bebemos de noche
te bebemos al mediodía la muerte es un amo de Alemania
te bebemos al atardecer y a la mañana bebemos
y bebemos la muerte es un amo de Alemania su ojo es azul
te alcanza con bala de plomo te alcanza certero
un hombre vive en la casa tu cabello de oro Margarete
azuza sus perros contra nosotros nos regala una fosa en el
aire
acosa con las serpientes y sueña la muerte es un amo de
Alemania
tu cabello de oro Margarete
tu cabello de ceniza Sulamita.
Creo que no es necesario contextualizar mucho este poema. Es
evidente el transfondo de los campos de concentración que lo alienta. Celan
(1920-1970) sobrevivió al Holocausto. Paradójicamente quizás no sobrevivió a su
recuerdo y, al final de un periplo de depresiones, terminó con él arrojándose
al Sena.
Pero no hay que leer este poema como si hubiésemos de
descodificarlo. No hay un texto “real” bajo los versos. Ni la leche ni el resto
de imágenes simbolizan nada concreto, sino a sí mimas. Su valor reside en haber
traído el horror a las palabras sin necesitar de referentes concretos. No se
trata de la mera poetización de una experiencia, sino de la experiencia que se
dice a sí, que se manifiesta en el todo del poema.
Las constantes variaciones sobre los elementos esenciales
(sujetos) no sólo sirven de composición en forma de “fuga”, sino que enuncian
la sucesión, la reiteración modificada de los acontecimientos: una repetición de lo que
ocurre, del dolor y la muerte acaeciendo siempre levemente modificados, siempre
sustancialmente iguales. Así desgasta el hábito. Lo extraordinario se convierte
en cotidiano, se normaliza, pierde su valor y entra dentro de la lógica
existencial. Levinas sostiene que la guerra suspende la moral. El exterminio
sistemático y mecanizado suspende además las diferencias: todo queda igualado,
allanado para dar cabida a cualquier hecho posible.
A esa igualación sólo resiste la ironía, el sarcasmo
grotesco con el que se hace pasar la cremación por un alivio de la penuria, la
estrechez y el hacinamiento (¿acaso la decisión de suicidarse no se asemeja a
esto?). Casi es posible percibir la crueldad con la que seguramente oyó palabras
similares. ¿Cuánto humo cabe en el aire? ¿Cuánto espacio ahorra el exterminio?
Actualización (22/10/2013):
David Perez Iglesias me ha enviado este enlace en el que el propio Celan lee Todesfuge:
Paul Celan: Todesfuge
Hasta ahora no lo había oído en su idioma original (y mucho menos con la lectura intencional del propio autor), y me asombra aún más esa especie de musicalidad mecanizada. Supongo que tiene que ver con los recuerdos del entorno sonoro de lo que dice, de la experiencia... Y a la vez tiene algo de hipnótico, de flujo o de proceso continuo que te arrastra.
Kertézs hablaba de ello en Sin Destino. Lo lógico pero incomprensible e inasumible de seguir avanzando en medio de todo aquello, sólo por la mera fuerza de la continuidad. Sin razones para dejar de hacerlo, de la misma forma que no había razón alguna para sobrevivir.
Visto en la distancia, la industrialización del exterminio parece una de las peculiaridades del Holocausto. Pura manufactura. Y así leído (Y con independencia de que haya sido o no su intención y de la barrera idiomática) el poema parece aludir a esa naturaleza fabril, de procesamiento, del exterminio judío.
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Un poema de Li Po:
Li Po está unánimemente considerado como uno de
los más grandes poetas de la historia de China. Vivió en el siglo VIII (del 701 al 762 d.c.) bajo los Tang y, más
concretamente, en la que se considera la etapa de esplendor de la poesía
escrita bajo esta dinastía, es decir, la reconocida como etapa cumbre de toda
la poesía clásica china (713-765 d.c.). Cuando en el siglo XVIII se procedió a
compilar la totalidad de la poesía escrita durante esta dinastía, se incluyeron
más de 48.000 poemas pertenecientes a 2.300 autores.
Escribió poesía desde la infancia. Durante su
juventud vivió como ermitaño en la montaña Mian. Como otros poetas, viajó como
bohemio a lo largo del Río Amarillo. Alcanzó tal fama que el propio emperador
llegó a servirle personalmente la comida. Acabó cayendo injustamente en
desgracia. Volvió a la vida bohemia. Combatió. Fue desterrado. Y murió en casa
de uno de sus tíos se dice que por enfermedad pero también se cuenta que la
causa de la muerte fue otra: en una de sus habituales borracheras,
paseando de noche en barco, se inclinó para abrazar la luna, que se reflejaba
en las aguas del lago, y murió ahogado.
El poema que reproduzco está incluido en la antología
editada por Icaria, titulada Cien Poemas, que recoge una parte de la ingente producción poética que se conserva
de este autor (unos 1.000 poemas) y que se supone que no es más que una pequeña
parte de la aún más inmensa producción original (unos 10.000 poemas). Las notas
que he escrito están fundamentalmente extraídas del breve prólogo del traductor,
Chen Guojian, a la citada edición.
Río de Oeste. De noche.
Azul aún el cielo, del todo límpido.
Cubierta inundada de luna.
Pienso en Xie, gran general
que invitó a un poeta a leer sus versos.
Gente que no existe hoy día.
Al alba ya zarparemos.
Hojas de arces caen silenciosas.
Sólo quiero destacar 1) la sencillez y precisión con la que, en unos
pocos trazos verbales, es capaz de hacernos ver la escena y cada detalle
importante; 2) ese verso no sé hasta qué punto mérito del traductor en el que la
luna empapa la cubierta; y 3) el tono nostálgico que atraviesa cada palabra (el
poema lleva el título de Anclado de noche en Niuzhou, añorando
el pasado) y que se cierra sobre sí mismo
por medio de las hojas de los arces.
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Francisco de la Torre:
(Francisco de la Torre. Poesía completa, Edit. Cátedra;
edición de Mª Luisa Cerrón Puga)
Francisco de la Torre podría ser sólo un nombre; un
pseudónimo o un heterónimo detrás del que sospechar la presencia de otros
escritores españoles del S XVI (Juan de Almeida, Miguel Termón…). Si hacemos
caso, en parte, a Quevedo, quien editó sus Obras en 1631, este estado
cuasifantasmal en que ha permanecido durante varios siglos se debió a que
Herrera se había apropiado de su estilo y quiso ocultarlo. Pero quién puede
fiarse de Quevedo cuando se trata de cosas como ésta (aunque alguien debería
aprovechar la trama novelesca que insinúa). En cualquier caso, ya apenas si se
duda de su existencia, y lo que nos queda es una obra con algunos momentos de
esplendor, como el Soneto XIX.
En la edición que cito arriba (de donde he tomado las notas
para este post), se narra brevemente la historia a la que me refiero.
SONETO XIX
Camino por el mar de mi tormento
con una mal segura lumbre clara;
falta la luz de mi esperanza cara,
y falta luego mi vital aliento.
Llévame la tormenta en el momento
por adonde viviente no llevara,
si rigurosamente no trazara
dar fin en una roca al mal que siento.
Espántame, del crudo mar chinchado,
la clemencia que tiene de matarme;
y en el punto me gozo de mi muerte.
Caí; la mar, en habiéndome gozado,
y porque era matarme remediarme,
a la orilla me arroja, y a mi suerte.
No
me quiero detener ni en las cuestiones referentes al petrarquismo ni en las que
se refieren al concepto de imitatio. Para eso es mucho mejor leer el
prólogo de Cerrón Puga. Lo que me apasiona de este poema es ese brutal verso
inicial y la completa desesperanza que el soneto narra en
conjunto. Camino por el mar de mi tormento es una forma radical de
sumirte desde el primer instante en la vastedad del sufrimiento en que se
encuentra. No hay transición alguna ni sutileza. Te arrastra con brusquedad al
fondo para que vivas el poema desde dentro. Y por eso al final, el hecho de que
ese sufrimiento no acabe con él lo padeces paradójicamente como crueldad. No
hay demasiada delicadeza; ni alivio o esperanza al final. Nada que palíe la manera
desgarrada en que se expresa o ese final donde no morir es un castigo.
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Vladimir Mayakovsky:
(Vladimir Mayakovsky. Poemas 1917-1930. Colección Visor de
poesía. Edit. Visor)
El poema de Mikinosuke me ha recordado un poema de
Mayakovsky con el que me encontré hace ya muchos años en el suplemento ABC
Cultural. Vladimir Vladimirovich Mayakovsky
es uno de los poetas y dramaturgos más destacados de la poesía rusa del primer
tercio de siglo XX. Apenas vivió 37 años, en los que produjo obras tan
conocidas como Conversaciones con el Inspector Fiscal o la obra teatral La chinche.
El 14 de abril de 1930 se suicidó. Escogió el expeditivo
método de descerrajarse un tiro en la sien. Dos días antes, escribió una carta
de despedida, breve y sencilla, casi práctica salvo por una frase tan corta
como cargada de desesperación: Lilia, quiéreme; y un bellísimo poema que he querido transcribir aquí según la
traducción de José Fernández Sánchez.
Son cerca de las dos. Ya te habrás acostado.
O a lo mejor te pasa a ti lo mismo.
En la noche, la Vía Láctea es un Oka1 de plata.
No me apresuro y con urgencias de telegramas
no voy a despertarte ni molestarte.
Como se dice, el incidente está zanjado.
La barca amorosa varó en lo vulgar.
Estamos en paz y no vale la pena enumerar
dolores, desgracias y ofensas mutuas.
Fíjate: ¡qué silencio en el mundo!
La noche impuso al silencio un tributo estelar.
En horas así te levantas y hablas
a los siglos, a la historia y al universo.
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1. Oka:
río de Rusia.
La misma resignación, la misma templanza y la presencia
inasumible de la soledad y el silencio en el que se encontraba en medio de una
sociedad que, parece, comenzaba a desilusionarle quizás porque su carácter no
era compatible ni con la revolución ni con su deriva posterior.
Y Lilia, claro.
....................................................................................................................
Mikinosuke, hijo de Musashi:
Llamadas por la tormenta
en la cumbre
del monte Tatsuta,
también
las hojas rojas del valle
están
cayendo.
Miyamoto Mikinosuke fue uno de los hijos adoptivos del que quizás sea
el samurai más famoso y con mayor prestigio de la historia de Japón, Miyamoto
Musashi, quien, nacido a finales del S
XVI, fue maestro en el arte de la espada y pintor, y dejó una de las obras
sobre el arte de la guerra más importantes del mundo oriental, El libro de
los cinco anillos, que sigue siendo hoy un referente no sólo como
manual bélico sino también como guía para la negociación y la diplomacia.
Tras la muerte prematura de
Tadatoki (señor a cuyo servicio como
maestro de espada accedió Mikinosuke conforme maduró), y tras viajar hasta
Osaka para despedirse de su padre adoptivo, justo antes de practicarse el junshi
(suicidio por fidelidad), Mikinosuke escribió este bellísimo poema en el que
sin dramatismo ni sentimentalismo alguno hace el transito mental hacia la
muerte.
Al leer estos pocos versos, una vez conocidos los instantes a los que están
vinculados, no se pueden obviar ni la serenidad con que se expresa alguien de
unos 23 años que está a punto de quitarse la vida a causa de la muerte de su
señor (siguiendo a su señor en la muerte), como acto de honor; ni
el modo alusivo con que compara la última imagen que quedará de sí mismo con la
caída de las hojas rojas en el valle: así caerá también su sangre, hasta morir, a causa de su deber.
La primera parte representa ese deber que le obliga y las
inexorables consecuencias de la naturaleza de las cosas. La segunda, desciende
hacia él mismo y convierte la brutalidad del instante en el que habrá de
abrirse con la espada en la imagen poética de las hojas cayendo de los árboles,
aún no violentamente, con la brisa que precede a la propia tormenta.
Se puede encontrar una versión
completa de El libro de los cinco anillos
(Go Rin No Sho) en Miraguano Ediciones. También, en la antología La vía del samurai, de La esfera de los
libros.
Para una biografía de Miyamoto
Musashi: El samurai solitario, de
William Scott Wilson, en Arcano Books, en donde se puede encontrar el poema y
de donde procede parte de la información utilizada para esta entrada.
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El poema de Gilgamesh:
El conjunto de leyendas atribuidas al personaje mítico de
Gilgamesh, que fue siendo reelaborado en un proceso de decantación progresiva,
hasta la forma canónica que en la actualidad se conoce (versión cuneiforme
ninivita), entre el 2.500 a.c hasta el 650 a.c, aproximadamente, en la antigua
Mesopotamia, está considerado, por cronología e importancia, como la primera de
las epopeyas clásicas. A lo largo de las 12 tablillas que lo forman, se narran
las distintas peripecias de Gilgamesh, rey de Uruk, “dos tercios dios y un
tercio hombre”: su enfrentamiento y posterior amistad con Enkidu; la lucha que
juntos afrontan contra Khumbaba, guardián del Bosque de los Cedros, a quien dan
muerte; el episodio del Toro Celeste; etc.
Independientemente de consideraciones literarias,
artísticas, culturales o históricas, además de todas las inferencias que se
pueden derivar del poema –en sí mismo y en su relación con otros textos y
pruebas físicas de la época- acerca del mundo en el que fue escrito e incluso
de sus transformaciones a lo largo del tiempo en que su escritura se mantuvo en
proceso, la lectura de esta obra despierta un hálito de ensoñación heroica que
a veces creemos olvidado o banalizado por la reiteración indiscriminada de
ciertos clichés.
Los fragmentos que se recogen a continuación (así como los
datos utilizados para la breve exposición anterior) están sacados de la edición
a cargo de Federico Lara Peinado, traductor también del poema, para la editorial
Tecnos, Colección Clásicos del
Pensamiento:
Quiero dar a conocer a mi
país a aquél que todo la ha visto,
a aquél que ha conocido lo
profundo, que ha sabido todas las cosas,
que ha examinado en su
totalidad todos los misterios.
A él, dotado de sabiduría,
que lo ha conocido todo,
que ha descubierto los
secretos, que ha visto los misterios,
y que nos ha transmitido
noticias anteriores al Diluvio.
Vuelto de un largo viaje,
fatigado, pero sereno,
grabó en una estela de piedra
todos sus esfuerzos.
Él edificó los muros de
Uruk-la-cercada
y el tesoro sagrado del santo
Enana.
¡Contempla sus murallas, que
son como el cobre!
¡Mira sus pilastras, que no
tienen rival!
¡Toca la losa de su umbral,
traída de muy lejos!
¡Acércate al Enana, la morada
de Ishtar,
que ningún rey venidero,
ningún hombre igualará jamás!
…………………………………………………….
- ¿Quién, pues, amigo mío,
puede escalar el cielo?
Sólo allí viven los dioses en
compañía de Shamash;
en cuanto a la Humanidad,
¡ésta tiene los días contados!
¡Todo lo que un hombre hace
no es más que viento!
Tú mismo, aquí, si tienes
miedo de morir,
¿en qué se ha convertido tu
coraje?
Voy a partir, pues, delante
de ti,
que tu boca pueda gritarme:
<<¡Avanza, no temas!>>.
Si sucumbo, al menos me habré
hecho un renombre.
…………………………………………………………
- Tú eres todavía un niño,
Gilgamesh, tu pasión te arrastra,
tú no sabes de qué estás
hablando.
El bramido de Khumbaba es el
diluvio,
su boca es fuego, su aliento
es la muerte.
…………………………………………………..
- Cuando los dioses crearon
la humanidad,
fue la muerte lo que
asignaron a la humanidad,
ellos reservaron la vida para
su Destino.
En tu vagabundear sin cesar,
¿qué has obtenido?
En tu errar, te has agotado a
ti mismo,
has llenado tus músculos de
cansancio,
has hecho acercar el final de
tus días lejanos.
La humanidad –su nombre- debe
ser cortada como una caña de cañaveral.
El hermoso joven, la hermosa
muchacha
son arrebataos por la muerte.
¡No, nadie puede ver a la
muerte!
¡No, nadie puede ver la cara
de la muerte!
¡No, nadie puede oír la voz
de la muerte!
La muerte, segadora de la
humanidad, es cruel.
¿Construimos casas para
siempre?
¿Sellamos nuestros contratos
para siempre?
¿Comparten los hermanos sus
herencias para siempre?
¿Perdura el odio en la tierra
para siempre?
¿Aporta el río su crecida
para siempre?
Los tejedores que se deslizan
por el río,
apenas sus rostros ven la
cara del sol
cuando de pronto, ¡nada de
nada!
El que duerme y el muerto
cuánto se asemejan el uno al otro.
Nadie ha podido reproducir la
imagen de la muerte.
No importa si se trata de un poema épico o de una obra más
próxima al drama, a pesar de encontrarnos ante una traducción, es ese ritmo
heroico que lo aviva y que condiciona la voz que resuena en nosotros mientras
lo leemos lo que nos recuerda que también somos nosotros, y que, aunque sintamos el horror de lo antiguo y del
incalculable paso del Tiempo (Borges dixit), toda Mesopotamia sigue en lo
profundo de nuestra memoria.
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