lunes, 11 de marzo de 2013

Mensajes publicitarios: tiempos revueltos y nuevos paradigmas.



Norit diario. Spot.

Balay, Jubilado. Spot

Nestlé, Quedarte con lo bueno. Spot


Los tres anuncios que abren este post son representativos del momento en que nos encontramos. En sus discursos, descubrimos nuevos paradigmas ya no sólo de marketing, sino de comportamiento de la sociedad hacia la que tendemos, fruto de la crisis y de dinámicas previas que se han ido consolidando y que parece que van a convertirse en fundamentales en un futuro, por lo que se ve, próximo.
El anuncio de Norit está construido sobre una cadena de pensamiento que se puede resumir en tres frases: 1) “Cuando la haces tuya, no importa ni el precio ni la marca; su color, su forma y su aspecto te definen.” 2) “Tu ropa eres tú”. Y 3) El lema final “Larga vida a tu ropa.” Sigue siendo evidente el uso de este tipo de construcciones que enuncian una realidad cerrada sobre sí misma, dentro de su propio discurso, en un manejo de los signos lingüísticos cercanos a lo mágico, al dogma incuestionable que se valida a sí mismo en su mera enunciación, una vez vaciada de contenido la cadena de significantes para rellenarse a continuación de nuevos significados que incidan en los individuos a quienes se dirigen en forma de código conductual. Las palabras dictan su propia realidad gracias a un proceso de constante  metamorfosis de su sentido. Son mensajes lanzados a la realidad del mercado para que operen como mecanismos de conversación e intercambio, como códigos de relación, de nueva relación entre las personas y los objetos (en sus múltiples y plurales combinaciones). Poco importa que, en un análisis que pretenda esquivar esa intención operativa, llegados al fondo de las palabras, ese mensaje encierre no meros contrarios aglutinados para generar una realidad compleja, sino verdaderas aporías que apenas si se sostienen (¿Es necesario detenerse en “Tu ropa eres tú”?), pero que acceden a estatus de realidad gracias a esa cualidad cuasi fantasmal del signo para dejarse vaciar en la dinámica de la sociedad de mercado.
Esta dimensión operativa es la que me interesa. En principio, este discurso acerca de la dimensión identitaria de nuestra apariencia, es decir, las dos primeras frases que componen la cadena del mensaje, no es nuevo para nosotros; ha venido funcionando con eficacia desde hace décadas. Pero es el segmento final, el lema de campaña (“Larga vida a tu ropa”), lo que ha modificado el significado del conjunto. Es un giro radical al discurso que lo lleva del dictado fugaz de la moda y el consumo masivo, basado en una frenética obsolescencia física o conceptual -programada o no-, a la perdurabilidad, a la amortización del gasto por medio de la maximización del uso, que la Marca hace posible independientemente de la calidad del objeto, la prenda (“no importa ni el precio ni la marca”). Dos de las frases-realidad que hasta ahora participaban en la articulación del hiperconsumo, que se incardinaban en su sustrato moral y funcionaban como mecanismo de relación e intercambio social, trasvasan ahora una nueva versión de la realidad del mercado, casi su contraria, gracias únicamente a una modificación final del relato. Se trata de una distinta contextualización verbal que reconfigura el sentido del mensaje y lo arrastra hacia una nueva reestructuración de la dinámica social.
Y precisamente, a ese nivel operacional, este spot se vincula con las campañas de Balay y Nestlé. En ambos los signos generan un mensaje que reelabora el vínculo de la marca hacia dentro de sí misma, hacia la estructura y los elementos que la configuran como un todo; y, a la vez, ese nuevo sentido del vínculo interno la reposiciona hacia el exterior: su imagen es ese nuevo concepto interno construido sobre la base de su capital humano y el lugar de ese capital dentro de la estructura. Además de operar como distanciamiento de las prácticas de otras empresas, a un nivel más profundo del significado, genera una realidad: la marca como comunidad y estructura político-institucional abierta (¿en una coyuntura de decadencia del Estado?). Fijémonos:
En la campaña de Balay, el que suponemos un mero chofer es en realidad una especie de representación humana de la Marca: mantiene en todo momento una actitud entre servicial y de anfitrión amable hacia el exempleado y los demás trabajadores; ha ido prestando atención a la conversación de la hija con su padre y al resto de conversaciones que se producen (la Marca se preocupa por sus empleados, tiene una actitud abierta y dialogante); participa del homenaje pero sin paternalismos o inferencias innecesarias; y, al final, tras la pancarta en la que puede leerse “Gracias Luis”, se dirige a los espectadores en nombre de la empresa, con un mensaje que deja clara la reconfiguración de los vínculos de la Marca con el capital humano que sostiene su estructura interna y con sus consumidores (“En Balay tenemos un compromiso con nuestra gente y contigo. Gracias por elegirnos”). El hecho de que la hija trabaje ahora en Balay nos conduce a una especie de comunidad suprafamiliar, es decir, la familia se incardina dentro de una comunidad superior, la que se forma en el interior y alrededor de la Marca, lo que se subraya tanto por el hecho mismo del homenaje como por varias frases del jubilado que se intercalan en la acción (“Para mí, Balay fue mi segunda casa. Estuve 33 años, hija. Y muy a gusto” o “Es un orgullo haber trabajado aquí”). Y, finalmente, al mostrarse a trabajadores cercanos a la jubilación que han sido compañeros del homenajeado, traslada el mensaje de fidelización entre Marca y empleados (no se despide a los trabajadores por su edad: la experiencia y el sentido de pertenencia se valoran), y entre marca y consumidores.
Por su parte, en el anuncio de Nestlé, trabajadores de todas las fábricas de la Marca ubicadas en España cuentan lo mejor que les ha pasado en 2012. Con este primer planteamiento se representan dos mensajes: 1) la voluntad de arraigo de la marca en España, frente a los procesos de deslocalización; y 2) las voces de quienes trabajan en ella son la voz de la Marca. Al menos la mitad de los trabajadores que narran sus experiencias en el anuncio están cercanos a la jubilación; uno de ellos, ya prejubilado, se emociona al recordarlo, y otro de los testimonios es el de una mujer que insinúa haber pasado por un cáncer de mama. Esto nos devuelve a la imagen de la fidelización entre marca y empleados, tanto respecto a la edad como a quienes sufren una enfermedad mortal como es un cáncer, lo cual se transforma automáticamente en la imagen de la Marca hacia el exterior. Y Otro de los testimonios considera como su recuerdo más positivo del año la lucha de la gente frente a los desahucios, mensaje a través del que la Marca se des-Marca de otras empresas y prácticas, y reitera que 1) su voz es la de sus empleados y 2) que ha entrado en un diálogo abierto y tolerante tanto consigo misma –hacia dentro de sí- como con la sociedad en que está integrada. El final del spot actualiza la metáfora del río de la vida -en que la Marca está ligada a las esperanzas y destino de quienes la conforman-, sobre el que aparece el lema de la campaña: “quedarte con lo bueno es estar a gusto con la vida”, en una tipografía de letra que imita la (infantilmente) escrita a mano, y que opera, igualmente, como construcción sígnica sobre la que articular el sentido de la realidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario