Aunque no soy un
especial fan de las series de televisión, entre otras cosas porque
las considero un producto más de la industria cultural (ya
hablaremos en otra ocasión de lo que significa esto), sí es cierto
que de vez en cuando aparece alguna que resulta interesante o al
menos digna de que se reflexione sobre el trasfondo que refleja. Es
el caso de Girls, la serie creada, escrita, dirigida y protagoniza
por Lena Dunham.
Su peculiar
personalidad y procedencia hacen que la serie tenga varias
particularidades que llaman la atención:
1. Dentro de la
industria televisiva actual, Girls es un producto raro, una nota
discordante que destaca entre la cierta monocromía general porque no
está escrita sobre los esquemas narrativos típicos de las series de
televisión: constantemente quedan elementos sin resolver o se les da
solución de manera sólo alusiva; a menudo surgen hilos conductores
que no llevan a ninguna parte o acaban en puntos muertos; en
ocasiones el curso normal de los acontecimientos se ve interrumpido
por digresiones narrativas extrañas, en forma incluso de capítulos
autónomos en los que todo lo demás desaparece y el capítulo parece
transformarse casi en un cortometraje (que no tendría sentido, por
otra parte, fuera del contexto de los demás capítulos), etc.
2. Un segundo rasgo
interesante es que, visto en perspectiva, Girls parece una parodia de
Sexo en Nueva York. Partiendo de un esquema de personajes y un
planteamiento general similares, introduce determinados giros que
funcionan como repuestas airadas o preguntas incómodas lanzadas
contra los modelos propuestos en Sex and the City:
Mientras que en Sex...
los prototipos femeninos son fundamentalmente positivos -mujeres
triunfadoras y bien posicionadas, maduras mentalmente, etc.- el
panorama que se refleja en Girls es bien distinto y beligerante.
Cuestiona la situación dando un paso atrás. La edad de las
protagonistas es la del joven que transita de los estudios al mundo
laboral o más bien de la dependencia económica familiar a la
independencia y la ubicación en un mundo que en el fondo es nuevo y
radicalemente distinto. Hanna, el personaje principal interpretado
por Lena Dunham, increpa a las protagonistas de Sex.. con un “valé,
sí, y ahora explícame cómo habéis llegado ahí, cómo se pasa de
recién licenciada a mujer de éxito, porque lo que nosotras vivimos
en este momento de transición es un puto desastre de desorientación,
dudas, miedos, inadaptación social, etc.” En Girls hay personas en
construcción y confusas que no saben cómo se llega a ser los
arquetipos aparentemente cuasi perfectos de Sex...
Esta misma duda ronda
alrededor de lo económico. Mientras que Carrie y compañía viven en
una fiebre constante de consumo indiscriminado de Manolos y demás,
toda una orgía de bienes devenidos fetiches en la que se recrean sin
cuestionamiento alguno, Hanna y sus amigas sufren la precariedad de
trabajos mal pagados, explotación y privaciones materiales de todo
tipo, sin perjuicio de que en gran parte esa situación deriva de sus
propias disfuncionalidades e inadaptaciones, lo cual no sabemos hasta
qué punto es en sí mismo una protesta implícita contra un estilo
de vida que de alguna forma rechazan...
Los personajes
masculinos y las relaciones entre ambos sexos también son expuestos
de forma diametralmente opuesta. En Sex... las mujeres son maduras,
inteligentes, tienen las ideas claras, saben asumir
responsabilidades, afrontan los hechos, etc., mientras que los
hombres (salvo las tres excepciones de rigor) no son otra cosa que
caricaturas: seres disfuncionales, inmaduros, temerosos bajo sus
fachadas de respetabilidad, etc. Puro simplismo, maniqueísmo y
feminismo pobremente comprendido... En cambio, Girls presenta a los
personajes masculinos con mucha más verosimilitud. Ya no son
reducciones sexistas simplificadoras e incluso por momentos
denigrantes, sino personajes complejos y ricos en matices. De las
misma forma que ellas, en un creo que ejercicio de introspección,
acumulan un gran número de disfuncionalidades y contradicciones:
Hanna se niega a asumir
las nuevas responsabilidades que implica una vida emancipada, recae
en viejos problemas psicológicos, se bloquea ante la tarea de
completar su primer libro, no se decide entre comprometerse con una
pareja o seguir viviendo sin ataduras, etc.
Marnie es una cría
malcriada y con problemas de frigidez que sólo se siente realmente
atraída por personas con poder.
Jessa es una lolita
desarraigada y egocéntrica que comienza a darse cuenta de que ya es
demasiado mayor para seguir representando ese papel y su forma de
afrontarlo es con constantes huidas hacia adelante.
Y Shoshanna (no sé si
deliberadamente el personaje judío del grupo) sueña con una vida
como la de las protagonistas de Sex..., lo que le impide mantener una
relación con alguien que carece de la ambición suficiente para
cumplir con ese sueño.
En Sex... una
penetración anal es motivo para reflexionar acerca de la dialéctica
de poder entre sexos, obviamente manteniendo siempre una visión de
feminismo pueril que además no se corresponde con el resto de
caracteres de los personajes, más bien conservadores en sus
distintas actitudes vitales. Girls cambia las escenas estetizadas por
un sexo donde lo que importa es la carnalidad y desnudez sentimental,
la exposición de los complejos y los miedos. No se alecciona ni se
emiten juicios ni se engloba el sexo dentro de contextos de política
sexual; sólo expone el desvalimiento y las dificultades de
comunicación mutua en los momentos en que la sexualidad entra en
juego. La serie resulta descarnada porque físicamente desnudos o no
a casi todos los personajes se les deja enormemente desamparados: sus
miserias están siempre a la vista.
3. Un tercer elemento
relevante es el de la procedencia de las cuatro actrices
protagonistas. Todas ellas vienen de la clase liberal y acomodada de
Nueva York, así que hay una lectura muy autorreferencial y
desencantada respecto a sus raíces y a sus propias vidas. Esta
confusión entre ficción y realidad, que Lena Dunham utiliza como
recurso narrativo, enriquece la lectura de la serie. Girls es casi
una autobiografía ficcionada, un diario fingido, punto de partida
extraño para una serie de televisión.
4. Pero a pesar de la
supuesta hondura de la serie, en oposición a la pseudo
intelectualidad de Sex..., sorprende que en casi ningún momento haya
referencias políticas, lo cual sólo puede interpretarse de dos
maneras: o bien la creadora vive en una burbuja social y esta
ausencia de referencias refleja sus límites vitales, o bien
intencionadamente ha querido hacer esa crítica; el egotismo
paranoico de Hanna puede ser una censura despiadada a una forma
ensimismada de entender la vida, censura que se extiende a todo su
entorno. En cualquier caso, para un telespectador externo al contexto
social del que procede esta ausencia es enormemente significativa.
5. Finalmente, hay un
cruel ejercicio de desmitificación de los ambientes culturales de la
metrópolis neoyorquina. En el fondo, las motivaciones de sus actores
son las mismas que en cualquier otra parte: poder, dinero, arribismo,
etc. Está clara la mala intención con la que los guiones de Girls
han sido escritos...
No he visto la serie, y la verdad, la probabilidad de que la vea tiende a cero sin duda alguna....pero me quedo con la curiosidad de saber que es eso de "ser un producto más de la industria cultural"....
ResponderEliminarHola Lucía:
EliminarPues espero que dentro de poco pueda publicar una serie completa e post parcialmente relacionado con ese asunto de la Industria cultural.
De todas formas, un breve avance lo puedes encontrar en la primera parte del post sobre Magma. Éste es el link:
http://costasfreijeiro.blogspot.com.es/2013/07/magma-de-lars-iyer.html
Post releído :). Me quedo a la espera de esa serie de posts.
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