lunes, 2 de septiembre de 2013

Girls, de Lena Dunham


Aunque no soy un especial fan de las series de televisión, entre otras cosas porque las considero un producto más de la industria cultural (ya hablaremos en otra ocasión de lo que significa esto), sí es cierto que de vez en cuando aparece alguna que resulta interesante o al menos digna de que se reflexione sobre el trasfondo que refleja. Es el caso de Girls, la serie creada, escrita, dirigida y protagoniza por Lena Dunham.
Su peculiar personalidad y procedencia hacen que la serie tenga varias particularidades que llaman la atención:

1. Dentro de la industria televisiva actual, Girls es un producto raro, una nota discordante que destaca entre la cierta monocromía general porque no está escrita sobre los esquemas narrativos típicos de las series de televisión: constantemente quedan elementos sin resolver o se les da solución de manera sólo alusiva; a menudo surgen hilos conductores que no llevan a ninguna parte o acaban en puntos muertos; en ocasiones el curso normal de los acontecimientos se ve interrumpido por digresiones narrativas extrañas, en forma incluso de capítulos autónomos en los que todo lo demás desaparece y el capítulo parece transformarse casi en un cortometraje (que no tendría sentido, por otra parte, fuera del contexto de los demás capítulos), etc.

2. Un segundo rasgo interesante es que, visto en perspectiva, Girls parece una parodia de Sexo en Nueva York. Partiendo de un esquema de personajes y un planteamiento general similares, introduce determinados giros que funcionan como repuestas airadas o preguntas incómodas lanzadas contra los modelos propuestos en Sex and the City:

Mientras que en Sex... los prototipos femeninos son fundamentalmente positivos -mujeres triunfadoras y bien posicionadas, maduras mentalmente, etc.- el panorama que se refleja en Girls es bien distinto y beligerante. Cuestiona la situación dando un paso atrás. La edad de las protagonistas es la del joven que transita de los estudios al mundo laboral o más bien de la dependencia económica familiar a la independencia y la ubicación en un mundo que en el fondo es nuevo y radicalemente distinto. Hanna, el personaje principal interpretado por Lena Dunham, increpa a las protagonistas de Sex.. con un “valé, sí, y ahora explícame cómo habéis llegado ahí, cómo se pasa de recién licenciada a mujer de éxito, porque lo que nosotras vivimos en este momento de transición es un puto desastre de desorientación, dudas, miedos, inadaptación social, etc.” En Girls hay personas en construcción y confusas que no saben cómo se llega a ser los arquetipos aparentemente cuasi perfectos de Sex...

Esta misma duda ronda alrededor de lo económico. Mientras que Carrie y compañía viven en una fiebre constante de consumo indiscriminado de Manolos y demás, toda una orgía de bienes devenidos fetiches en la que se recrean sin cuestionamiento alguno, Hanna y sus amigas sufren la precariedad de trabajos mal pagados, explotación y privaciones materiales de todo tipo, sin perjuicio de que en gran parte esa situación deriva de sus propias disfuncionalidades e inadaptaciones, lo cual no sabemos hasta qué punto es en sí mismo una protesta implícita contra un estilo de vida que de alguna forma rechazan...

Los personajes masculinos y las relaciones entre ambos sexos también son expuestos de forma diametralmente opuesta. En Sex... las mujeres son maduras, inteligentes, tienen las ideas claras, saben asumir responsabilidades, afrontan los hechos, etc., mientras que los hombres (salvo las tres excepciones de rigor) no son otra cosa que caricaturas: seres disfuncionales, inmaduros, temerosos bajo sus fachadas de respetabilidad, etc. Puro simplismo, maniqueísmo y feminismo pobremente comprendido... En cambio, Girls presenta a los personajes masculinos con mucha más verosimilitud. Ya no son reducciones sexistas simplificadoras e incluso por momentos denigrantes, sino personajes complejos y ricos en matices. De las misma forma que ellas, en un creo que ejercicio de introspección, acumulan un gran número de disfuncionalidades y contradicciones:
Hanna se niega a asumir las nuevas responsabilidades que implica una vida emancipada, recae en viejos problemas psicológicos, se bloquea ante la tarea de completar su primer libro, no se decide entre comprometerse con una pareja o seguir viviendo sin ataduras, etc.
Marnie es una cría malcriada y con problemas de frigidez que sólo se siente realmente atraída por personas con poder.
Jessa es una lolita desarraigada y egocéntrica que comienza a darse cuenta de que ya es demasiado mayor para seguir representando ese papel y su forma de afrontarlo es con constantes huidas hacia adelante.
Y Shoshanna (no sé si deliberadamente el personaje judío del grupo) sueña con una vida como la de las protagonistas de Sex..., lo que le impide mantener una relación con alguien que carece de la ambición suficiente para cumplir con ese sueño.

En Sex... una penetración anal es motivo para reflexionar acerca de la dialéctica de poder entre sexos, obviamente manteniendo siempre una visión de feminismo pueril que además no se corresponde con el resto de caracteres de los personajes, más bien conservadores en sus distintas actitudes vitales. Girls cambia las escenas estetizadas por un sexo donde lo que importa es la carnalidad y desnudez sentimental, la exposición de los complejos y los miedos. No se alecciona ni se emiten juicios ni se engloba el sexo dentro de contextos de política sexual; sólo expone el desvalimiento y las dificultades de comunicación mutua en los momentos en que la sexualidad entra en juego. La serie resulta descarnada porque físicamente desnudos o no a casi todos los personajes se les deja enormemente desamparados: sus miserias están siempre a la vista.

3. Un tercer elemento relevante es el de la procedencia de las cuatro actrices protagonistas. Todas ellas vienen de la clase liberal y acomodada de Nueva York, así que hay una lectura muy autorreferencial y desencantada respecto a sus raíces y a sus propias vidas. Esta confusión entre ficción y realidad, que Lena Dunham utiliza como recurso narrativo, enriquece la lectura de la serie. Girls es casi una autobiografía ficcionada, un diario fingido, punto de partida extraño para una serie de televisión.

4. Pero a pesar de la supuesta hondura de la serie, en oposición a la pseudo intelectualidad de Sex..., sorprende que en casi ningún momento haya referencias políticas, lo cual sólo puede interpretarse de dos maneras: o bien la creadora vive en una burbuja social y esta ausencia de referencias refleja sus límites vitales, o bien intencionadamente ha querido hacer esa crítica; el egotismo paranoico de Hanna puede ser una censura despiadada a una forma ensimismada de entender la vida, censura que se extiende a todo su entorno. En cualquier caso, para un telespectador externo al contexto social del que procede esta ausencia es enormemente significativa.

5. Finalmente, hay un cruel ejercicio de desmitificación de los ambientes culturales de la metrópolis neoyorquina. En el fondo, las motivaciones de sus actores son las mismas que en cualquier otra parte: poder, dinero, arribismo, etc. Está clara la mala intención con la que los guiones de Girls han sido escritos...

3 comentarios:

  1. No he visto la serie, y la verdad, la probabilidad de que la vea tiende a cero sin duda alguna....pero me quedo con la curiosidad de saber que es eso de "ser un producto más de la industria cultural"....

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    1. Hola Lucía:
      Pues espero que dentro de poco pueda publicar una serie completa e post parcialmente relacionado con ese asunto de la Industria cultural.
      De todas formas, un breve avance lo puedes encontrar en la primera parte del post sobre Magma. Éste es el link:
      http://costasfreijeiro.blogspot.com.es/2013/07/magma-de-lars-iyer.html

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  2. Post releído :). Me quedo a la espera de esa serie de posts.

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