lunes, 19 de agosto de 2013

Sexo (4): I Ching, Misticismo y otras obscenidades


Releo el Cántico Espiritual, de San Juan de la Cruz, y encuentro fragmentos como el siguiente: “¿Adonde te escondiste,/ Amado, y me dejaste con gemido?/ Como el ciervo huiste, habiéndome herido;/ salí tras ti clamando, y eras ido/ (…) En el interior de la bodega/ de mi Amado bebí, y cuando salía/ por toda aquesta vega,/ ya cosa no sabía/ (…) Gocémonos, Amado,/ y vámonos a ver en tu hermosura/ al monte y al collado/ do mana el agua pura;/ entremos más adentro en la espesura.// Y luego a las subidas/ cavernas de la piedra nos iremos, que están bien escondidas,/ y allí nos entraremos,/ y el mosto de granadas gustaremos.”

Unos años antes, Garcilaso escribía versos como estos: “¡Cuántas veces, durmiendo en la floresta,/ reputándolo yo por desvarío,/ vi mi mal entre sueños, desdichado!/ Soñaba que en el tiempo del estío/ llevaba, por pasar allí la siesta,/ a beber en el Tajo mi ganado;/ y después de llegado,/ sin saber de cuál arte,/ por desusada parte/ y por nuevo camino el agua se iba;/ ardiendo yo con el calor estiva,/ el curso, enajenado, iba siguiendo/ del agua fugitiva.” (Égloga Primera). En medio del invierno está templada/ el agua dulce desta clara fuente,/ y en el verano más que nieve helada./ ¡Oh claras ondas, cómo veo presente,/ en viéndoos,/ la memoria d’aquel día/ de que el alma temblar y arder se siente!/ En vuestra claridad vi mi alegría/ escurecerse toda y enturbiarse;/ cuando os cobré, perdí mi compañía.” (Égloga Segunda).

Tanto el uso de la imagen amorosa del ciervo como de las imágenes en que se contienen elementos de agua (ríos, fuentes, arroyos, etc.) con significación o connotación sexual, no sólo eran utilizadas y conocidas en la literatura medieval previa, por ejemplo, la lírica galaico-portuguesa, lengua en la que Alfonso X El Sabio escribió, en el Siglo XIII, las Cantigas a Santa María, sino que debían de constituir un código de tropos sexuales más que explícito en el tiempo en que San Juan las usa para decir la experiencia de la unión mística del alma con Dios.

Esta ambigüedad -seguro que deliberada- convierte estos poemas en creaciones absolutamente polisémicas, abarrotadas de lecturas y matices, y que durante mucho tiempo, aunque ahora su lectura nos resulte oscura, debieron de suponer una experiencia poética descodificada, en abierto, para los lectores cultos del medievo y el renacimiento, interpretación incuestionable a pesar de la insistencia de numerosísimos estudios que ciñen su visión a la versión puramente mística, obviando que a la fuerza San Juan había de conocer en profundidad la tradición literaria en la que se inscribía al hacer uso de unos recursos y signos literarios manejados desde tiempo atrás no sólo como imágenes amorosas carentes de sexualidad asociada, sino como verdaderas representaciones del acto y las prácticas sexuales. No parece creíble que desconociese la carnalidad significada por medio de estos elementos, y aunque supongamos que las manejara insertos en el juego de paradojas con que pretendía decir la unión mística con Dios, no se puede desconocer que toda paradoja asume su naturaleza de contradicción interna, es decir, en este caso, asume la carnalidad manifestada por esas imágenes.

Pero hay otras cuestiones interesantes y quizás menos estudiadas:

Según Van Gulik, el hexagrama 63 del I Ching está considero como el referido a la unión sexual. “Dicho hexagrama está formado por el trigrama k'an, “agua”, “nube” y “mujer”, en la parte superior, y debajo el trigrama li, que significa “fuego”, “luz” y “hombre”. El hexagrama expresa a través de dicha combinación la armonía perfecta del hombre y la mujer complementándose mutuamente, descrita gráficamente a través de la alternancia de las líneas yin y yang. (…) En cuanto a los elementos “fuego” y “agua”, puede observarse que los tratados de medicina, así como los libros de sexología, describen la experiencia sexual masculina comparándola con el fuego, mientras que la de la mujer se compara con el agua. (…) El término yün-yü, “nubes y lluvia”, ha permanecido hasta el presente como una clásica expresión literaria que indica el acto sexual.” (La vida sexual en la antigua China).

De la lectura de este magnífico estudio histórico, una de las obras que Borges incluyó en su Biblioteca Personal, resulta fascinante comprobar que tradiciones filosóficas, religiosas y literarias tan distantes como la española (que a estos efectos podemos considerar metonimia -la parte por el todo- de la cultura europea) y la china usen elementos semejantes para referir las experiencias sexuales o narrar el acto sexual en toda su extensión.

Las diferencias radican, no obstante, en la profundidad filosófico-religiosa y práctica con la que la cultura china clásica afronta la sexualidad. El voluminoso libro de Van Gulik realiza un repaso bastante extenso a todo el pensamiento chino que tiene al sexo como objeto central de sus estudios. La bibliografía es inmensa y demuestra la relevancia que la sexualidad tuvo durante siglos para esa cultura, algo que hoy quizás nos extrañe al menos desde el exterior, lo cual guarda, en parte, una fuerte relación con la interpretación del confucionismo imperante en la actualidad bajo el pseudo-régimen comunista

1 comentario:

  1. Esto es muy interesante, son cosas que muchos de nosotros no sabemos. Me refiero a las imagenes, el hecho de que ya eran conocidas, etc. y sobre todo su comentario de que no parece credible de que desconociese la carnalidad. . ., etc. ¿podria escribir mas sobre esto? Estoy buscando entender mas profundamente la verdad sobre el misticismo.

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