lunes, 15 de abril de 2013

La Sociedad Marketing como disolución


El pacto entre capitalismo y socialismo, que la clase media de las sociedades occidentales representaba (el modelo keynesiano, la socialdemocracia) y que se mantuvo durante los últimos 60 años de historia, se ha roto. El hiperconsumo, su última huída hacia delante, ha quebrado y ya no es una alternativa. No es posible seguir yendo a más sin límite. Aunque el modelo en que se materializaron los términos de aquella transacción está al borde de desmoronarse, no se ha producido un Crack salvaje y sumario como el del 29 porque las estructuras políticas intentan una demolición controlada. Gestionan la crisis, controlan los daños, reciclan estructuras. Pero su objetivo no parece ser otro que salvaguardar las posiciones con mayor peso específico a costa de lo que sea, incluida la amputación de todo miembro que consideren gangrenado. Esta deriva es más tecnocrática que democrática, en especial si consideramos que los organismos que están gestionando la transición en que nos encontramos muy forzadamente podemos decir que estén sometidos a control ciudadano alguno.
Se vislumbra un futuro de corte ciberpunk: Estado en decadencia, escasez, mercado atenuado y en retroceso, precariedad vital y violenta estratificación social.
La Sociedad Marketing puede interpretarse como el estadio de transición o disolución en que nos encontramos. Se liquida lo que ha quedado obsoleto. Surgen nuevas posibilidades. Y en su propio seno, aquello que mejor la define (La Web 2.0 y el prosumo) parece albergar, en palabras de Rilke, su propia muerte.
La figura del prosumidor puede acabar disolviendo el mercado. Las Marcas se aferran a este nuevo actor, a esta nueva forma de actuación, persiguiendo una mayor eficiencia. Menor coste de su visibilidad y presencia en el mercado gracias a que un agente no remunerado actúa a favor de la marca, la construye, genera valor añadido al producto que se pone en circulación y a la marca que lo sostiene. Pero, ¿es a la larga sostenible un sistema de mercado basado en trabajadores no remunerados? ¿Es posible el consumo sin salarios? El prosumo puede acabar en pura pro(ducción) sin (con)sumo asociado. ¿Marcas que producen para un no-consumo? Podrían llamarse igual pero se habrían transformado esencialmente; conformarían un espacio distinto, con nuevas reglas y relaciones; ocuparían una posición que en poco se asemejaría a la actual. ¿Estamos ante el germen de una decadencia? ¿Puede ser ésta la carcoma que acabe deglutiendo desde dentro el tejido de relaciones que estructura el actual mercado?
En la trama de relaciones surgen además variantes o alternativas a los modelos hegemónicos, especialmente cuando, como ahora, estos modelos se hayan en transición y presentan fisuras que no son capaces de controlar o cerrar. Nuevas estructuras de relación y producción que rellenan los resquicios que se han abierto. Propuestas en los márgenes que pueden acarrear disoluciones no previstas de los elementos que ya no se sostienen o que han quedado expuestos a la precariedad. Microeconomías que operan en los lindes de los fundamentos del capital.
Internet está en el centro de todo ello.
Desde http://www.labolsaylavida.org/, Francisco Álvarez (exvicepresidente de la Bolsa de París) lanza propuestas de modelos de decrecimiento, economía sostenible y gestión empresarial basada precisamente en la desnaturalización del mercado liberal.
http://www.sija.es/proyectopaula.php es un ejemplo de financiación cooperativa de la investigación científica al margen de la industria y el estado, aprovechando precisamente las ruinas de la socialdemocracia.
http://www.proyectofiare.com/web/ propone una banca cívica centrada en financiar proyectos como http://www.laccb.cat/ca/ basados no en el beneficio empresarial sino en la cooperación intersubjetiva.
http://www.fageda.com/, http://www.cellerlamuntanya.com/ o http://www.actiu.com/es/ ejemplifican el modelo de empresa gestionada conforme a criterios no de lucro o maximización del beneficio, sino conforme a criterios de beneficio social, de economía al servicio del tejido relacional.
Y estos son sólo unos pocos ejemplos españoles.
Puede que del debilitamiento de las estructuras estatales y públicas y de la incapacidad constatada del modelo económico imperante y en decadencia de amparar a los individuos, surjan mecanismos autónomos de coexistencia, nano-redes semiacopladas o semiconectadas con la red aún hegemónica.

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